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Gracias a la UAG

Por Alfonso Gómez Godínez

@ponchogomezg

Gonzalo Leaño y Raymundo Gómez Flores me acercaron al mundo de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG). Con Gonzalo el vínculo surgió a partir del mundo periodístico donde ocupaba el cargo de director general de “Ocho Columnas” y presidente de la Asociación Mexicana de Editores y su servidor era el director de comercialización de la empresa paraestatal encargada de la venta de papel periódico, PIPSA. Gracias a su generosidad conocí poco a poco la trascendencia y el significado de dicha institución educativa. La razón de ser, filosofía y misión de la UAG.

Raymundo Gómez Flores me invitó a regresar a Guadalajara a fines del sexenio de Ernesto Zedillo. Transitando entre diversos proyectos, Raymundo me motivó con la idea de incorporarme como docente de la UAG. La docencia en el nivel universitario no sería algo novedoso, ya que con anterioridad había sido docente en la Universidad Nacional Autónoma de México. Cumpliendo con los requisitos de rigor me anunciaron que había sido aceptado.

Al ingresar en aquel entonces a la Escuela de Economía y Negocios, actualmente UAG Business School, fui descubriendo un mundo lleno de aprendizajes y atendiendo nuevas realidades. Proveniente de universidades e instituciones educativas públicas que me enorgullecen como la Universidad de Guadalajara, la UNAM y el CIDE, la UAG me ofreció una oportunidad única de formación, aprendizaje y comprensión de la economía, de la educación y de los jóvenes.

Desde la universidad pública los economistas le asignábamos al Estado el papel rector y/o casi único en el manejo de los asuntos económicos. Desde la UAG me adentré a otra visión, a revalorar la importancia del mercado, del espíritu empresarial, de la libre iniciativa y emprendimiento para el funcionamiento de la economía y la generación de riqueza y empleos. Entendí que el Estado no puede sobreponerse al mercado, el Estado no puede ahogar y mutilar la libre iniciativa, sino que debe generar condiciones propicias para que el mercado funcione adecuadamente, sea eficiente en la asignación de recursos y disminuyan sus distorsiones para beneficio de todos.

Me encontré con generaciones de jóvenes que no aspiraban a engrosar las filas de la burocracia, que su aspiración de vida no era la de convertirse en funcionarios públicos, ni vivir y tampoco jubilarse alrededor del gobierno. Sus sueños giraban en torno a su capacidad de crear sus propias empresas, de mejorar y transformar las de sus familias, la de desarrollar nuevos productos y servicios para sus potenciales consumidores. La economía no es de una apropiación del Estado, sino son reglas del juego que alienten la participación productiva de las personas para beneficio de la sociedad. La economía no debía centrarse en el papel controlador del Estado sobre el gasto público y decir la asignación de esos recursos a partir de los criterios de quienes gobiernan, sino que la búsqueda del legitimo beneficio privado debe y puede conciliarse con el beneficio social.

Recuerdo con agrado y satisfacción las ferias donde los jóvenes estudiantes presentaban sus proyectos de emprendimiento de todo tipo:  desde productos alimentarios hasta servicios turísticos, de salud y financieros. Atendiendo a Schumpeter, ahí visualizaba las semillas de una nueva generación o “parvada” de emprendedores con capacidad de cambiar el rumbo de una economía. O como dirían los economistas institucionalistas: las raíces del más importante capital para el desarrollo económico, el capital social.

Gracias al modelo educativo de la Escuela de Economía y Negocios de la UAG, entré en contacto con alumnas y alumnos de intercambio, tanto asiáticos, latinoamericanos, europeos y de Estados Unidos, una experiencia única y significativa, en especial, conocer y ser parte de la visión y dinámica de los estudiantes coreanos.

Su esfuerzo, disciplina y perseverancia explican la gran transformación de Corea del Sur y su liderazgo en materia industrial y tecnológica.

Sentirse abrigado y acompañado por una plantilla de directivos y docentes de calidad y profesionalismo genera un espacio propicio para el aprendizaje colaborativo. La inmensa mayoría vincula la docencia con el ejercicio profesional en la empresa generando una sinergia de conocimientos y experiencia.

En este aniversario de la Universidad Autónoma de Guadalajara expreso mi agradecimiento por haber sido parte de su equipo, en especial a los directivos, maestras, maestros y alumnos de la Licenciatura de Economía y Gestión de Negocios Deben de conocerla, la recomiendo ampliamente.

 

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