REFLEXIONES
Por Gonzalo Leaño Reyes
El tiempo transcurre de manera inexorable y lamentablemente no se advierten acciones trascendentes para avanzar. Diversos hechos que vienen desde hace mucho tiempo impiden el arranque que otras administraciones han tenido en el pasado.
Los gobiernos, tanto el nacional como los estatales, solían hacer un rápido recuento de sus primeros 100 días de gobierno, en el que destacaban la puesta en marcha de planes y obras cuya culminación se vería en el futuro. Ahora no ha ocurrido de manera clara aquella costumbre, que por lo menos dejaba entre los gobernados la sensación de un futuro mejor.
Hoy, los tiempos no dan para eso. La Presidenta y su equipo llegaron en una época muy complicada y han tenido que abrir varios frentes de batalla: Contra las intenciones del Presidente de Estados Unidos de establecer aranceles que perjudicarían las exportaciones de México; contra el crimen organizado que se ha extendido y dividido en facciones; contra la falta de inversión extranjera que no se anima a llegar como antes hasta que las aguas se calmen; contra una reforma judicial apresurada, y contra fuerzas políticas de su mismo partido que luchan por hacerse del poder hoy o en un futuro cercano.
Son demasiados asuntos de urgente resolución para poder emprender un camino sostenible hacia un sexenio exitoso. Lamentablemente, todos esos asuntos están en el aire y parecen complicarse cada vez más.
Ciertamente, los ocho meses que lleva en el poder la presidenta Claudia Sheinbaum no han sido propicios para construir; recibió una herencia de deudas y problemas en lugar de recursos.
Dentro de unos días se llevará a cabo la elección judicial. Esperemos que eso por lo menos serene los ánimos y dé un respiro para ir resolviendo otras cuestiones; entre ellas, impulsar el desarrollo que, por ahora, parece estar detenido en nuestro país.
