NOTA DEL EDITOR
Por Julio César Hernández
@jcentresemana
La integración de Ricardo Villanueva Lomelí al gabinete de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo como subsecretario de Educación Superior, a partir del primero de abril, luego de concluir su rectorado y entregarle la estafeta a su sucesora Karla Planter, era cuestión de tiempo por más que pretendió destantear a propios extraños sobre si ocuparía o no dicho cargo.
La semana pasada Mario Delgado Carrillo, titular de Educación, hizo el anuncio oficial, a través de sus redes sociales, acompañado del propio Villanueva Lomelí. Le dio la bienvenida. De esta manera, el aun rector de la Universidad de Guadalajara se convierte en el jalisciense de mayor rango en el gabinete presidencial de la Cuarta Transformación.
Podemos decir que eso no fue sorpresa para nadie, pues ya estaba más que “cantado”. Sin embargo, quizás apostándole a que eso finalmente no sucedería, no obstante las señales que el propio Villanueva enviaba cada ocasión que le preguntaban sobre el tema, hay quienes habiéndolo defendido con anterioridad de los “golpes” lanzados en su contra durante la administración estatal pasada, ahora le regatean una felicitación por su nueva responsabilidad.
El que sea subsecretario en un gobierno de Morena, de la 4T, parecen decir, no lo hace merecedor de esa felicitación de sus paisanos, sean del color que sean. Ni panistas ni priistas le extendieron un abrazo virtual, pese a que fue candidato del PRI a la presidencia municipal de Guadalajara y colaboró en la primera línea del gabinete del finado gobernador Jorge Aristóteles Sandoval Díaz como secretario de Finanzas.
¿A qué va Ricardo Villanueva al gabinete de Claudia Sheinbaum si estará bajo las órdenes del secretario Mario Delgado, cuya designación al frente de la Secretaría de Educación fue muy cuestionada? ¿Podrá operar libremente en beneficio de la educación superior del país? ¿Estará de acuerdo en que la educación superior en México debe andar bajo los principios de la 4T? ¿Y cuáles son esos principios que al menos no se observaron durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador ni se han dejado ver en los inicios del de Sheinbaum Pardo? ¿Podrá aplicar con éxito desde la subsecretaría las políticas y acciones que emprendió como rector de la Universidad de Guadalajara, que lo hicieron lucir al grado de ser invitado por la presidenta a unirse a su equipo?
Son muchas las preguntas en materia educativa que se abren ante la llegada de Ricardo Villanueva al equipo presidencial, pero no ignoremos que las 224 instituciones de educación superior que integran la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES), así como muchas otras más a lo largo y ancho del país, se congratularon por su designación, quiero creer que no tanto porque estén en sintonía con la política de la Cuarta Transformación, sino porque llega a ese importante cargo para ellos uno de los suyos, un rector y nada menos que el de la segunda universidad más importante del país que tuvo un destacado trabajo a lo largo de su sexenio.
Las universidades de país advierten como una decisión atinada, como una buena señal, que a la subsecretaría responsable de atender la educación superior no haya llegado un político, uno más del equipo del secretario Mario Delgado, sino un hombre que conoce los problemas y las necesidades que enfrentan las instituciones de educación superior en el país y en quien confían que sabrá atenderlos y colaborar con todas ellas para avanzar en la calidad educativa.
Dejemos, pues, que Ricardo Villanueva asuma el cargo y comience a ejercer las facultades que como subsecretario tendrá, y que todo sea en beneficio de la educación superior del país, más allá de las connotaciones políticas que su nombramiento tendrá aquí en Jalisco.