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¿Qué pasó con la Revolución Mexicana?

Por Alfonso Gómez Godínez

@ponchogomezg

Alrededor de la Revolución Mexicana se ha construido una poderosa narrativa de legitimación del Estado. Con excepción de los gobiernos panistas de Fox y Calderón que a regañadientes celebraban el 20 de noviembre, el “destino manifiesto” de todo gobierno era cumplir con los postulados de dicha revolución, fundamentalmente en las exigencias de la justicia social.

Campañas políticas, programas de gobierno, decisiones presidenciales, por supuesto las más cuestionadas, se cubrían bajo el manto histórico e ideológico de la Revolución Mexicana. Sus aspiraciones, sus héroes y caudillos, sus gestas históricas envolvían al pueblo y a sus dirigentes e ilustraban el devenir de la nación mexicana. El 20 de noviembre era el referente de la gran fiesta nacional y del futuro de grandeza de México.

La historiografía oficial articuló un poderoso discurso donde los buenos se enfrentan a los malos, los líderes revolucionarios son motivados por valores democráticos y justicieros y el pueblo es el destinatario de los beneficios y logros revolucionarios. Acontecimientos sublimes y agradecimiento eterno a los jefes y tropas revolucionarias.

Ante dicha visión totalizadora se abren líneas de reflexión para poder entender con mayos profundidad la llamada Revolución Mexicana. Así, algunas voces discordantes sostienen que no existió dicha Revolución, que lo que realmente se vivió fue una guerra civil y que en el mejor de los casos provocó reformas, pero no realizó ningún cambio revolucionario.

Se afirma que la lucha maderista por el “Sufragio Efectivo” fue una aspiración cancelada por los fraudes electorales y el avasallamiento de la maquinaria política y electoral de los gobiernos legitimados por la Revolución. Inclusive la exigencia del Plan de San Luis por la “No Reelección” fue prontamente abandonada por Álvaro Obregón.

En el mismo sentido se sostiene que el aparato de control político y autoritario del porfirismo fue sustituido por un régimen de partido hegemónico, casi único, de forma tal que el poder indiscutido de Porfirio Díaz abrió paso al fuerte presidencialismo de los gobiernos revolucionarios. El poder siguió concentrado en el Presidente y el resto de los poderes -Legislativo y Judicial- a su leal e incondicional servicio.

Los revolucionarios llamaron a luchar a favor de los pobres y de los desposeídos. Al paso de las décadas, más de un siglo después, México sigue siendo un país marcado por la desigualdad económica y social donde millones de mexicanos sobreviven en la marginación y el abandono. Al inicio de la Revolución se acusaba al gobierno porfirista de estar al servicio de una elite que se enriquecía gracias a los privilegios que otorgaba dicho gobierno. Los sucesos posteriores permiten afirmar que con los gobiernos revolucionarios surgió una nueva elite económica de privilegiados que concentran groseramente una enorme riqueza gracias a los favores y la cercanía con el poder político.

Alrededor de la Revolución se agruparon valientes plumas de periodistas que fueron perseguidos y asesinados por sus ideas y opiniones. Se afirma que esa historia no cambió después del movimiento revolucionario. En la actualidad, el periodismo es una profesión peligrosa y con grandes riesgos.

Hoy se construye una nueva narrativa. La Revolución Mexicana, que fue la tercera gran transformación de la historia de México, abre pasó a la “Cuarta Transformación”. El gobierno de López Obrador y el naciente de Claudia Sheinbaum generan una rica y compleja veta para la discusión y el posicionamiento político. ¿Qué pasó con la llamada Revolución Mexicana?

 

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