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Pagar Impuestos

Charlas en la Cafetería del Barrio

Por Alberto Mora

@alberto_mora

-El pago de contribuciones al Estado tiene una larga historia. Su aplicación ha evolucionado con el tiempo. En algunos casos, para bien, en otros, lamentablemente, al contrario.

“Por eso hoy muchas personas se rehúsan a pagar impuestos al gobierno. Por sentir que el gobierno no utiliza sus impuestos de manera efectiva o transparente, lo que lleva a la desconfianza y a la negativa de contribuir. Por otra parte, hay quienes no están de acuerdo con las políticas o acciones del gobierno y se niegan a pagar impuestos, como una forma de protesta”.

Así arranca Griselda la charla en la cafetería del barrio. Ella es maestra de Historia en la universidad y cafetera de afición. Por las mañanas se encuentra con Rafa con quien comparte afición y profesión en torno a una buena tasa de café.

Rafa continúa con la charla subrayando que el pago de impuestos es una responsabilidad cívica y legal que contribuye al funcionamiento de la sociedad y el bienestar común. Y con su tono académico, continúa con la charla:

-El incumplimiento de estas obligaciones puede tener consecuencias legales y financieras. Recordemos que el concepto de contribuciones al estado tiene raíces profundas en la historia de las sociedades. Desde tiempos antiguos, las comunidades han necesitado recursos para mantenerse y crecer. En civilizaciones como la antigua Roma o Grecia, los ciudadanos contribuían con parte de sus bienes para financiar actividades públicas como la construcción de infraestructura, la defensa y el mantenimiento de servicios básicos.

“Con el tiempo, este concepto evolucionó y se formalizó en sistemas de impuestos y contribuciones más complejos. En la Edad Media, por ejemplo, los reyes y señores feudales imponían tributos a sus súbditos para financiar sus actividades y mantener el orden público.

“Durante la Revolución Industrial y la aparición de estados nacionales modernos, los impuestos se convirtieron en una herramienta crucial para financiar el creciente gasto público en áreas como la educación, la salud y la seguridad social.

“En teoría, los impuestos deben utilizarse para redistribuir la riqueza y reducir las desigualdades económicas, ya que se supone que gravan proporcionalmente más a quienes tienen mayores ingresos o patrimonios, contribuyendo así a una mayor equidad social.

“Los ingresos fiscales son fundamentales para la sostenibilidad financiera del Estado y su capacidad para cumplir con sus funciones básicas, como la protección de derechos, la seguridad y el orden público”.

Griselda retoma la charla replicando:

-Sin embargo, en algunos casos, las personas pueden negarse a pagar impuestos de manera intencional y evadir sus responsabilidades fiscales por motivos egoístas o ilegales. En otros casos, algunas personas pueden tener creencias personales o filosóficas que los lleven a rechazar la idea de pagar impuestos, ya sea por principios religiosos, políticos o morales. O incluso, por situaciones de dificultades económicas algunas personas pueden no tener los recursos para pagar sus impuestos, lo que los lleva a la negativa de contribuir.

Antes de pedir la cuenta, Rafa interrumpe a Griselda y a manera de conclusión comenta:

-Para mí, las principales razones por las que las personas dejan de pagar impuestos son la corrupción y la malversación de los fondos públicos. En nuestro tiempo lo percibimos de muchas formas diferentes, todas en detrimento del interés general.

“Pagos ilegales o sobornos a cambio de otorgar contratos gubernamentales o favorecer ciertos intereses comerciales en lugar de actuar en el interés público. El favoritismo hacia familiares o amigos al otorgar puestos gubernamentales o contratos, en lugar de seleccionar a las personas más calificadas para el trabajo, teniendo como consecuencia una gestión ineficiente y poco ética de los recursos públicos.

“Y no se diga cuando se inflan los costos de contratos públicos o se realizan contratos ficticios para desviar fondos públicos hacia individuos o empresas asociadas con funcionarios corruptos, en lugar de utilizar esos fondos para seguridad, salud o proyectos legítimos que beneficien a la sociedad.

“Qué bueno sería que el pago de impuestos contribuyera a la estabilidad económica y política del país; que pudiéramos reconocernos en un entorno seguro, propicio para el crecimiento económico y el bienestar de nuestras familias a largo plazo”.

 

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