Opinión Política
OPINIÓN

Odios como Brújula

Charlas en la Cafetería del Barrio

Por Alberto Mora

@alberto_mora

“La corrupción es una característica del Sistema Político de nuestro país. Forma parte de la cultura del ciudadano mexicano y llega a ser tan normal que es raro ser una persona correcta. Desde la “mordida” que ofrece un conductor a un policía vial hasta las personas que consiguen un puesto en gobierno por medio de familiares o contactos que ya forman parte de “el sistema”. Entonces, si el término democracia se construye a partir de los vocablos demos, que puede traducirse como “pueblo” y krátos como “fuerza”, “dominio” o “poder”, vamos dándonos licencia para tomar dexis = mordida y kratos = fuerza, dominio o poder. Así reconocer gobiernos que confunden sus intereses, que navegan intermitentemente en la ilegalidad, en el soborno, y en la corrupción”.

En la cafetería del barrio, así comienza la charla Claudio, un joven periodista, sociólogo y analista político que disfruta la lectura, el tabaco y un buen café. Y se da sus espacios para compartir sus opiniones con amigas y amigos que le ayudan a ampliar su visión de los temas en los que se involucra.

-Ah! veo que has estado leyendo a Gabriel Zaid, te felicito-, responde el Dr. Abel, un septuagenario hombre de letras, columnista en un periódico de circulación nacional que sufrió a Claudio como alumno en la Universidad de donde ya se encuentra jubilado. -¿Sí estás de acuerdo? Te invito a situar nuestra charla en la segunda mitad de este sexenio, del gobierno federal y el del Estado, y en el creciente riesgo en la convivencia política. Hoy los gobiernos mantienen una creciente retórica polarizante. No hay nuevas ideas, no hay propuestas. Lo planteado no es más que un intento de vuelta al pasado, al nacionalismo autoritario. Escuchamos discursos de odio que lesionan la dignidad de las personas, que entrañan humillaciones, menosprecio o descrédito de mujeres y hombres, de grupos, de académicos, de comunicadores, de medios de comunicación.

“La incitación a la violencia en estos momentos, muestra un alto nivel de intolerancia entre los responsables de la construcción democrática de nuestro México. No estamos ante debates de ideas sino inmersos en una lógica de exterminio a los que no están de acuerdo con los propósitos del que ordena. Transitan por la vereda simple de la idea única. Su adicción a las descalificaciones los aleja de argumentos, intentan convencer a sus partidarios que su futuro depende de la eliminación de los que contraargumentan y erradicación de las oposiciones”.

Antes de responder al razonamiento del Dr. Abel, Claudio solicita al barista que le vuelva a llenar su termo con café, con ese de su preferencia, una mezcla de nombre “Napoli” que lo hace volver a la cafetería del barrio por lo menos un par de veces por semana.

-Atrapados en el laberinto de la política, mandatarios actuales y representantes populares asumen el odio al mismo tiempo como brújula y fuerza motriz. Ante ese discurso de odio, se ha perdido el respeto a la deliberación pública. La democracia representativa perdió el debate parlamentario para convertirse en aritmética; los diputados en las cámaras, como pandilleros, salen a votar bola contra bola sin derecho a la opinión libre.

El Dr. Abel solicita la cuenta, da el último sorbo al “flat white” que disfrutaba mientras Claudio compartía su opinión: -Es urgente asumir la gravedad del problema. La política implica respetar y escuchar las ideas de los demás. Si los políticos no entienden, el cambio puede y va a iniciar desde nosotros, desde cada una de las personas que formamos la sociedad. Podemos dejar de evadir las leyes como salida rápida. Podemos divulgar y exigir castigo a la corrupción en vez de ser cómplices o culpables.

“Podemos intervenir en la toma de decisiones, el manejo de dinero y las acciones que tienen un impacto en el desarrollo de nuestras comunidades. Es un legítimo derecho de los ciudadanos. Podemos hacerlo sin odiarnos unos a otros. Sin aceptar que nos enfrenten los gobernantes. Con respeto, sin miedo, escuchando a los expertos, recordando lo que sí y lo que no ha funcionado. Ordenando conceptos y resolviendo las contradicciones. Sin que el odio sea como tú bien lo describes, la brújula de una conducta”.

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