Opinión Política
OPINIÓN

Nos llueve sobre mojado

Por Carlos E. Martínez Gutiérrez

Consultor en Desarrollo Urbano y Vivienda

@carlosemgtz

Por este mismo espacio comentamos que nuestro país tiene un alto grado de vulnerabilidad a diferentes fenómenos naturales, donde cerca del 80% del territorio nacional está sujeto a eventos naturales; los muchos kilómetros de costas lo convierten en territorio con gran fragilidad ante los embates de ciclones y huracanes, así como los desastres que ocasionan estos eventos tanto en las zonas rurales como urbanas. Aunado a lo anterior, el cambio climático juega también un papel importante contribuyendo a estos sucesos.

Hoy nos encontramos en el país climas más extremos, el temporal de lluvias en algunas partes es más escaso y en otras más copioso, tormentas cada vez más virulentas que ocasionan una serie de destrozos en las ciudades y poblaciones a su paso y no se diga en zonas rurales.

Basta una fuerte tormenta para que exhiba en las ciudades todos los pasivos acumulados en materia de planeación de las ciudades, así como el rezago de la infraestructura básica como las redes de drenaje pluvial.

La nueva política urbana apunta hacia ciudades más compactas, con estrategias de densificación donde algunos gobiernos y actores lo han interpretados como una verticalización desmedida. Pero se les ha olvidado que para densificar y en su caso verticalizar se tendrá que revitalizar las infraestructuras existentes que de por si se encuentran colapsadas.

Desgraciadamente, como política pública, difícilmente vemos en las ciudades la restitución de redes y ampliación de capacidades del sistema de alcantarillado pluvial de manera integral y, peor aún, la separación de redes de alcantarillado pluvial y sanitario. Pero, además, a las administraciones se les ha olvidado el mantenimiento, políticas públicas de rehúso y cuidado del agua por parte de la población, así como revisar las autorizaciones de nuevos desarrollos habitacionales y sus impactos a las redes de forma integral y no individual.

Por otro lado, la omisión y vigilancia por parte de los municipios, alcaldías o delegaciones en el control de las construcciones en zonas vulnerables, áreas protegidas, de riesgo o la invasión de causes o escurrimientos naturales, contribuyen en gran medida al caos; es por eso por lo que no es de extrañarse que en cualquier tormenta, aparentemente atípica, ocasione daños y verdaderos dolores de cabeza en las ciudades con los riesgos a la población que eso implica.

El verdadero problema es que todos los años hablamos de lo mismo, el problema sigue creciendo y no se toman las medidas y soluciones de fondo, cuando se realizara una planeación integral de las ciudades, estrategias y acciones para protección de la población y su patrimonio.

Doble tarea se tiene hoy en día: planear las ciudades de acuerdo con los nuevos retos y reconvertir las ciudades, empezando con la infraestructura básica, corrigiendo los errores acumulados a través de los últimos años; pero, lo más importante, qué acciones en materia de desarrollo urbano se tomarán y por quién para proteger a la población y su patrimonio ante los desastres naturales, así como los provocados por los errores acumulados en materia de desarrollo urbano, y no solo actuar de forma reactiva.

 

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