Opinión Política
OPINIÓN

La sucesión 2024

REFLEXIONES

Por Gonzalo Leaño Reyes

Hay que reconocerle al presidente Andrés Manuel López Obrador que inventó un nuevo mecanismo para la sucesión presidencial y que éste ha resultado, por lo pronto, sumamente eficaz.

Es verdad que no se puede aparentar, fingir o pasar por alto la situación inédita, que para muchos es ilegal, en la que ha caído el partido Morena con respecto a las leyes electorales, las cuales deberían ser respetadas irrestrictamente por todos los partidos políticos y más el que está en el poder. El designar candidatos para “Coordinador Nacional de los Comités de Defensa de la Cuarta Transformación”, es una patraña que por lo menos debería sonrojar a quien la utiliza y a quien la aprueba, pero no cabe duda que ha dado resultado como estrategia política para que los ciudadanos conozcan, se familiaricen y finalmente muestren sus preferencias por los personajes elegidos desde Palacio Nacional y los que se sumaron a este ejercicio.

En realidad, Morena está calando a sus precandidatos para la sucesión de López Obrador y es sano que así ocurra. El problema es que existe una legislación y organismos electorales que están siendo burlados ante la mirada de todos. Esperemos que esto no genere problemas graves más adelante.

La historia nos ha llevado por distintos caminos para elegir a nuestros gobernantes, desde los golpes de estado de los cuales el más atroz fue el cometido contra Madero; las designaciones descaradas como la del maximato puesto en práctica por Calles; los “tapados” que resultaron tan convenientes en los tiempos del PRI, hasta las cuatro últimas elecciones organizadas por el Instituto Electoral, que resultaron pacíficas, concurridas y sobre todo creíbles.

Ahora estamos ante un juego que no se había disputado con anterioridad. De hecho, no está iniciando hoy, sino que comenzó hace dos años cuando López Obrador habló de la sucesión y de “muchísimos candidatos del flanco progresista”, como “Claudia, Marcelo, Juan Ramón de la Fuente, Esteban Moctezuma, Tatiana Clouthier, Rocío Nalhe…” Pero en diciembre del año pasado fue más selectivo y preciso al nombrar a Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Adán Augusto López, a quienes se le ha obligado a renunciar a sus cargos para que se dediquen de tiempo completo a la autopromoción.

Si de algo evitaba hablar un presidente en el pasado, era precisamente de quién podría ser su sucesor, ya que eso le restaría poder. La gente era la que especulaba: ¿Será Moya Palencia o López Portillo?, ¿Colosio o Camacho Solís?, ¿saldrá de Gobernación o de Hacienda?, se preguntaban los expertos hasta el día del destape.

El riesgo de este nuevo sistema es que se desate la guerra sucia entre los contendientes, que se rompa la unidad de Morena y que ello afecte la popularidad del presidente.

Mientras tanto, la oposición ensaya métodos más pragmáticos y ortodoxos.

Todavía nos queda mucho por ver es este proceso.

 

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