Opinión Política
ANÁLISIS

El Salario Mínimo En México: triunfo social con sombras económicas

Una Visión Nacional y el Caso de Jalisco en la Era de la 4T.

 

Por Eduardo Gómez de la O

Presidente de la Asociación

Mexicana de Gasto Público AC

En un país donde la desigualdad ha sido el pan de cada día durante décadas, el incremento del salario mínimo desde 2018 representa uno de los pilares más visibles de la llamada Cuarta Transformación (4T). Bajo los gobiernos de Andrés Manuel López Obrador y ahora Claudia Sheinbaum, esta política ha triplicado el poder adquisitivo de los trabajadores más vulnerables, sacando a millones de la pobreza extrema. Sin embargo, como en toda revolución social, hay un reverso: la productividad laboral estancada amenaza con erosionar estos logros, especialmente en estados como Jalisco, donde el dinamismo económico choca con la realidad de las microempresas. En este artículo, exploramos el impacto a nivel nacional y cómo se manifiesta en Jalisco, un microcosmos de las tensiones entre equidad y eficiencia.

 

La Revolución Nominal: De 88 a 315 Pesos en Ocho Años

A nivel nacional, el salario mínimo general ha pasado de 88.36 pesos diarios en 2018 a 315.04 pesos en 2026, un incremento nominal acumulado del 256%. Este salto, anunciado apenas el 3 de diciembre por la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos (Conasami), se compone de un 13% para la zona general y un 5% para la Frontera Norte (a 440.87 pesos). En términos reales —ajustados por inflación—, el avance es aún más notable: un 236% acumulado, según datos del INEGI y Banxico. 

Esta política no es solo números en un boletín oficial; es un cambio tangible. Según Coneval, ha contribuido a reducir la pobreza laboral en 6.1 puntos porcentuales a nivel nacional, beneficiando directamente a 8.5 millones de trabajadores y sacando a 6.6 millones de la pobreza extrema. El «efecto faro» —donde el mínimo jala hacia arriba salarios bajos— ha elevado el ingreso per cápita laboral en un 30% desde 2018, impulsando el consumo y la economía interna.

Pero Jalisco, el tercer estado más poblado y segundo en PIB per cápita, ilustra cómo estos beneficios se aterrizan en la realidad regional. Con una Población Económicamente Activa (PEA) de unos 4 millones, el incremento ha impactado a cerca de 1.2 millones de ocupados en salarios mínimos o cercanos. La pobreza laboral en el estado cayó de 35% en 2018 a 23.8% en 2025, posicionándolo como el octavo mejor a nivel nacional, según México ¿Cómo Vamos?. En Guadalajara y Zapopan, el auge en ventas minoristas (+15% de 2019-2023) refleja cómo estos recursos extra circulan en la economía local, desde tortillerías hasta centros comerciales.

La Sombra de la Productividad: Una Brecha que Amenaza la Sostenibilidad

Aquí entra el elefante en la habitación: la productividad laboral. A nivel nacional, el Índice Global de Productividad Laboral de la Economía (IGPLE) del INEGI muestra un estancamiento preocupante. En el primer trimestre de 2025, alcanzó 96.8 puntos (base 2018=100), con un alza anual de solo 1.6%, pero en el segundo trimestre cayó 0.4%. En total, desde 2017, la productividad ha descendido 6.6%, según análisis de El Financiero.   Esta desconexión (salarios reales subiendo 14% anual promedio vs. productividad a 0.5%) genera un costo neto para las empresas de 128% acumulado, según el CEESP.

En Jalisco, el panorama es ligeramente mejor pero igual de alarmante. Datos del Monitoreo de Indicadores del Desarrollo (MIDE) de Jalisco indican que la productividad por hora trabajada alcanzó 236 pesos en 2024 (base 2011), un incremento modesto desde 233 en 2023, pero con un pico en 2022 (225) tras la pandemia. La tendencia es ascendente (+47.5% acumulado 2018-2024), impulsada por el nearshoring en manufactura y tecnología en Guadalajara, pero aún insuficiente para absorber los alzas salariales.   La Coparmex Jalisco ha avalado el incremento de 2026, pero advierte sobre la necesidad de prepararse para la reducción gradual de la jornada laboral a 40 horas, que impactará a 950 mil trabajadores y podría costar 24 mil millones de pesos anuales si no se gestiona bien.

La gráfica anterior ilustra la «gran divergencia»: mientras los salarios reales escalan, la productividad nacional se estanca y la de Jalisco recupera terreno pero no lo suficiente. Esto se traduce en presiones para las empresas, especialmente las MiPyMEs, que representan el 70% del empleo en Jalisco.

 

Impacto por Tipo de Empresa: De las Grandes Ganadoras a las Pequeñas Víctimas

Nacionalmente, las grandes corporaciones (más de 250 empleados) absorben el costo con inversiones en tecnología (+25% en capital fijo 2022-2024), beneficiándose del nearshoring. Pero las microempresas enfrentan un costo neto acumulado de +58%, fomentando informalidad (54.3% nacional en Q1 2025).

En Jalisco, el patrón se repite: la informalidad subió al 47% en 2025, pese a un desempleo récord bajo (1.69%). Sectores como comercio y servicios en Guadalajara ven cierres o migración informal (+20% en microempresas), mientras que la manufactura en el Corredor Industrial (e.g., empresas tech) gana competitividad. La Coparmex estima que el alza de 2026, combinada con la reforma laboral, podría erosionar márgenes en PYMES si no hay incentivos fiscales.

El Debate Político: ¿Equidad a Cualquier Costo?

Desde una perspectiva política, la 4T ha cumplido su promesa de justicia social: México subió del último al sexto lugar en salarios mínimos de América Latina. Pero críticos, como el Consejo Coordinador Empresarial, argumentan que sin una «revolución productiva» (inversión en educación, infraestructura y formalización), estos incrementos son insostenibles. En Jalisco, gobernado por Morena desde 2024, el desafío es doble: capitalizar el nearshoring (inversión extranjera récord) mientras protegen a las PYMES locales.

El riesgo es claro: si la productividad no acelera (meta +4.8% anual), el 2026 podría marcar el punto de inflexión donde los beneficios sociales se reviertan en inflación (ya por encima del 4% subyacente) y desempleo oculto. Jalisco, con su bajo desempleo y alta informalidad, es el laboratorio perfecto: ¿puede un estado dinámico equilibrar equidad y crecimiento, o la brecha salarial-productiva fracturará la coalición social de la 4T?

En última instancia, el salario mínimo no es solo economía; es política en acción. México ha ganado dignidad para sus trabajadores, pero ahora debe invertir en productividad para que esa dignidad no sea efímera. Jalisco, con su mezcla de innovación y tradición, nos dirá si el experimento funciona.

 

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