Opinión Política
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Ahora toca al Poder Judicial

Por Juan Carlos Hernández

@juacarleis2020

La certeza cabal de hacer que del cumplimiento de la normativa electoral previo, durante y después de una elección está fincada en la existencia de las instituciones creadas para salvaguardar los derechos y también las obligaciones de los contendientes en cualquier tipo y etapa de campaña electoral a lo largo y ancho del país como también de los electores.

Es así como esa certeza existe gracias a la plena autonomía lograda por luchas e impulsos de grandes personajes de la política nacional que en su oportunidad velaron por la legislación entorno a la normal con que deben regirse las instituciones judiciales en el país.

Resulta, pues, que hoy día se está proponiendo a acudir a votar el próximo domingo y obre en su poder del votante la relevancia de hacerlo con plena libertad, para ello no olvidar que están las alternativas de las propuestas del Poder Legislativo, el Ejecutivo, el Poder Judicial y en funciones en que diversos candidatos pueden ser electos, según la convicción del electorado.

Otra vez y hoy, más que nunca, debemos asegurarnos de recuperar la potencialidad del uso de la democracia frente a un electorado cada vez más exigente y explorador, debiendo proteger la integridad del Poder Judicial que es la piedra angular del edificio democrático junto a otros poderes y buscar impulsar a la ciudadanía a ser partícipe de los procesos electorales que, en este caso, es muy particular debido a que es la primera vez que se realiza. Ojalá y tenga buenos augurios, eso lo sabremos después del 1 de junio.

Hay que dar tiempo al tiempo, pues al poner en marcha una nueva reforma al Poder Judicial y previo a una elección del 2027 en las circunstancias actuales en México no necesita entrar a un problema en la organización de las elecciones, tampoco en cambiar las formas y fondo que brindan las opciones de la competencia y menos el de restar esos ya ganados espacios, sin olvidar que es imperante la carrera judicial en la inteligencia que a mayor capacitación del funcionariado público, mejor servicio a la ciudadanía. Entonces nada es perfecto, pero si perfectible.

Las fortalezas de toda institución estriban, por una parte, en el respeto que se le reconozca al existir para un fin determinado y, por otra, en la consecución de sus objetivos claros y afianzados en la ley y, si así funcionan, pues como para qué menoscabar su estructura, su operatividad y su rigurosa competitividad que es afianzada en su actuación conforme la ley le mandata. Hay una oportunidad de robustecer por la vía pacífica y legal al Poder Judicial, analicemos a conciencia, revisemos con criterio quiénes sea las mejores opciones y elijamos con secrecía y libertad, en la mampara electoral.

Y menos en tratándose de derechos político-electorales ya ganados. Otra vez: que no llegue el rumor de la discordia.

 

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