Por Carlos A. Lara González
@Reprocultura
La tragedia ocurrida en el festival Axe Ceremonia en la que murieron dos jóvenes fotoperiodistas, Berenice Giles y Miguel Rojas, parece enmarcarse ya en el consabido guion de las tragedias mexicanas: La improvisación de emprendedores rapaces, el lamentable acontecimiento, el intento por esconderlo bajo el enorme manto de la corrupción, el golpeteo político entre los distintos órdenes de gobierno, las declaraciones desafortunadas de corte electorero, la falta de empatía con las víctimas y, al final, pero hasta el final de todo, la atención a estas, generalmente por la presión social y mediática que suele generarse. A ellos les reservan la mejor parte del guion: se aplicará todo el peso de la ley.
Del otro lado están los amigos, colegas, compañeros y familiares de las víctimas emparedados entre la indignación y la solidaridad. Entre el reclamo, la aportación de evidencias, la despedida entre veladoras y el pase de charola para los gastos funerarios. De los responsables no se sabe nada hasta que la presión social y mediática los saca de su madriguera. Estos no merecen ni una línea más en este rosario de cuentas infelices. Solo esperemos que, aunque sea por rivalidad política entre los órdenes de gobierno, les caiga, cual grúa, todo el peso de la ley.
Este lamentable acontecimiento me hace recordar una película de hace 25 años titulada “Casi Famosos”. En ella un joven periodista musical de la edad de Berenice y Miguel, de nombre William Miller, es contratado por la revista Rolling Stone para cubrir la gira de una popular banda de rock. Este deja todo y se embarca en la gira un tanto como fan y otro tanto como futuro periodista. Aquí está el punto, en México es tanta la pasión por los eventos de la escena musical por parte de la gran mayoría de periodistas, que muchos son capaces de crear un medio digital para obtener acreditaciones. Es tanta su pasión por este tipo de manifestaciones artísticas y culturales que se dan por pagados con un boleto por parte de la industria y su nombre bien puesto en algún medio digital.
México es el segundo país que más gasta en conciertos y festivales, después de Estados Unidos. La industria de este tipo de entretenimiento es muy grande y genera grandes recursos. No es posible que estos intermediarios, creadores de contenido, promotores y difusores de estos festivales y conciertos, no tengan ni para los servicios funerarios cuando ocurre una tragedia.
Todos sabemos que esto se debe a la irresponsabilidad de los organizadores, conocemos el citado guion de las tragedias mexicanas donde los culpables de los homicidios culposos siempre son arropados por los políticos en turno, porque hay que decirlo, este tipo de emprendedores de proyectos a la mexicana, esto es, sin garantías, con apenas una inversión que les permita ordeñar recursos hasta que se pueda; sin pensar en la seguridad de los asistentes y con la mirada puesta en el dinero, crean empresas fantasmas para que todo funcione a medias bajo la cultura del entretenimiento barato.
La tragedia del Axe Ceremonia debería sentar un precedente en la organización de este tipo de festivales. Debería llevar a los agentes culturales del país a repensar el salario emocional del arte y la cultura. Porque si no se hacen valer este momento, no pasará nada y todo seguirá igual, operando bajo el mismo guion. Si la comunidad de amigos, colegas y familiares que están alrededor de esta tragedia quieren en verdad honrar la memoria de Berenice y Miguel, deberían hacer valer al más alto nivel el principio de la legislación laboral: A trabajo igual salario igual, pero no solo ante el gobierno, sino también ante los empleadores, esos portales y medios digitales que operan también sin garantías laborales pagando un salario emocional.
Acabemos ya con la cultura del entretenimiento barato impulsada por emprendedores sin escrúpulos, sostenida por un público que paga millones de pesos a una industria indolente a costa de un periodismo informal que ofrece lo justo para cubrir dichos eventos.