El líder Comunista y fundador del Ejército Rojo ya había sido condenado a muerte en Moscú.
Por Redacción
León Trotsky nació el 26 de octubre de 1879 en Yanovka, actualmente Bereslavka , provincia de Ucrania, Rusia. Hijo de un pequeño propietario agrícola judío, su verdadero nombre era Lev Davidovich Bronstein. Estudió en la Universidad de Odesa y de Mykalayiv. Por su vocación revolucionaria, durante su vida fue víctima de constantes persecuciones: primero por el zarismo durante la época de su juventud, y después por Stalin hasta su asesinato.
En 1896 ingresó a la Liga Obrera de Nicoloaiev y al siguiente año fundó la Unión Obrera de la Rusia del Sur. En 1899 fue detenido y encarcelado por la policía zarista y después desterrado a Siberia. Logró escapar en 1902 a Finlandia y Gran Bretaña. A partir de entonces adoptó el seudónimo de León Trotsky, nombre de un carcelero que le había custodiado. Ahí conoció a Plejanov y militó en el Partido Obrero Social Demócrata Ruso. Colaboró en la revista “Iskra” (Chispa), fundada por Lenin y en 1903, cuando se celebró el segundo congreso del POSDR en Londres, Trotsky se opuso a la concepción autoritaria del partido que sustentaban Lenin y los bolcheviques, por lo que se unió a los mencheviques, grupo moderado del POSDR.
En 1905 regresó a Rusia clandestinamente y como presidente del Consejo de Obreros de San Petersburgo, fue el principal dirigente de la revolución; tras su fracaso fue nuevamente deportado a Siberia y condenado a cadena perpetua. Volvió a escapar en 1907 y a partir de entonces viajó por distintos países: Francia, de donde fue expulsado por oponerse a la guerra; Austria, en donde fundó el periódico Pravda; España y Estados Unidos, en donde editó Novy Mir.
Regresó a Rusia en 1917, después de la abdicación del zar Nicolás II. Ahí ganó una enorme popularidad por ser el dirigente más elocuente de la izquierda soviética. Presidió el soviet de Petrogrado y formó parte del buró político del Partido Bolchevique. Encabezó la Revolución de Octubre que llevó al poder a los bolcheviques y al triunfo de la revolución firmó los tratados de paz de Brest-Litovsk que sacaron a Rusia de la Primera Guerra Mundial.
Desarrolló el «comunismo de guerra», que consistía en el control estatal del consumo y la producción, en especial de los bienes agrícolas y los insumos bélicos, para asegurar el abastecimiento del Ejército Rojo.
En 1925, después de la muerte de Lenin, Trotsky fue destituido de sus funciones por Stalin. Lo que los distanciaba era la teoría de la “revolución permanente” de Trotsky, que enfatizaba el carácter internacional del socialismo, la no coexistencia con los países capitalistas y la promoción de movimientos revolucionarios en todos ellos, pues consideraba que un régimen comunista que estuviese limitado a Rusia no tendría posibilidades de mantenerse; por eso la revolución rusa debía vincularse con la economía mundial y la lucha internacional por el socialismo, así podrían crearse los Estados Unidos de Europa.
En 1927 Trotsky fue expulsado del Partido Comunista y dos años más tarde fue expatriado de la Unión Soviética, deportado a Alma Ata y después a Turquía. En 1932 él y su familia fueron privados de su nacionalidad; viajaron de país en país en busca de asilo, pero siempre fueron expulsados.
LLEGA A MÉXICO.
Trotsky, su esposa Natalia Sedova y su secretario Jean Van Heijenoort llegaron a México el 9 de enero de 1937, después de que el presidente Cárdenas les concedió una visa de residencia. Trotsky fue amigo del pintor Diego Rivera y de su esposa Frida Kahlo, de hecho, vivió en su casa. Desde su llegada enfrentó la hostilidad de las «dos cabezas» del stalinismo mexicano: el Partido Comunista Mexicano y Lombardo Toledano, dirigente de la Central de Trabajadores de México. También tuvo conflictos con el grupo trotskista mexicano, algunos de cuyos miembros exigieron una campaña de «acción directa» contra Cárdenas, cuando la economía empeoraba por el boicot de las potencias extranjeras contra la expropiación petrolera.
Durante los primeros meses de su estadía en México, Trotsky se dedicó a formular los argumentos de su defensa a los “Juicios de Moscú”, los cuales presentó ante una Comisión de Investigación Internacional, encabezada por el filósofo norteamericano John Dewey; la comisión dio su veredicto: “No culpable”.
Después trabajó en el análisis de la inminente guerra mundial, que consideraba que sería la partera de la revolución socialista mundial. La realidad mexicana.
Respecto a la lucha antifascista escribió: «Si los campesinos continúan apoyando a la burguesía como en la actualidad, entonces existirá ese tipo de estado semi bonapartista, semi democrático, que existe hoy en todos los países de América Latina».
También escribió sobre la expropiación petrolera: “La expropiación del petróleo no es ni socialista ni comunista. Es una medida de defensa nacional altamente progresista…. La lucha por el petróleo mexicano es sólo una de las escaramuzas de vanguardia de las futuras batallas entre los opresores y oprimidos».
Condenado a muerte durante los Juicios de Moscú, Trotsky fue víctima de atentados en México, el agente soviético Kótov, que desde aquí dirigía las operaciones contra Trotsky ordenó su asesinato.
El 24 de mayo de 1940, al alba, una banda armada encabezada por el pintor estalinista David Alfaro Siqueiros, atacó la casa de Trotsky en Coyoacán, que habitaban también su mujer y algunos camaradas, secretarios y guardianes. Salió ileso porque al escuchar las primeras ráfagas de balas, se lanzó fuera de su cama, su esposa lo empujó contra la pared y lo protegió con su cuerpo.
“¡Nos han dado otro día de vida, Natasha!” solía exclamar alegremente a su compañera Natalia todas las mañanas.
El día 20 de agosto de 1940, a las cinco de la tarde, Jacques Monard, un sujeto que había ganado la confianza de una de las secretarias de Trotsky y que visitaba frecuentemente la casa de Coyoacán, se presentó ante Trotsky para pedirle su opinión sobre un artículo; ya en su despacho, lo agredió con un piolet que llevaba escondido entre sus ropas, con el que le perforó el cráneo. Sus secretarios acudieron en su ayuda y detuvieron al asesino, pero ya era tarde.
Ahora ya no hay ningún secreto. La conspiración procedió por etapas: Stalin, Beria, Leonid Eitingon, su amante Caridad Mercader y su hijo, el catalán Ramón Mercader del Río (alias Jackson) eran las personas que asesinaron al fundador del Ejército Rojo y camarada de armas de Lenin.
Poco después, en una ambulancia de la Cruz Verde lo condujeron al puesto central de socorros, en donde murió al día siguiente. Al cortejo fúnebre, asistieron casi 250 mil obreros y campesinos que sintieron orgullo de albergar en México al revolucionario ruso. Sus restos fueron incinerados y enterrados en el jardín de cactos y flores mexicanas en la casa que habitó; señala el lugar, un monumento diseñado por Juan O’Gorman. Posteriormente, la casa, fue habilitada como museo “León Trotsky”.
Mercader pasó veinte años en prisión y al salir viajó a Checoslovaquia. Después fue a la URSS. Por este asesinato, el gobierno lo condecoró con la Estrella de Héroe de la Unión Soviética.