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La economía y el futbol

Por Alfonso Gómez Godínez

@ponchogomezg

¿Podemos explicar el estrepitoso fracaso de la selección mexicana en el mundial de Qatar utilizando las herramientas de la ciencia económica? Creo que sí y lo intentaremos en las siguientes líneas.

La teoría económica del institucionalismo nos habla de que las personas y las organizaciones respondemos a incentivos y que se conocen también como las reglas del juego. En este sentido, las decisiones que tomamos a nivel micro y macro no son malas o buenas a priori, sino que son consecuencia del marco de incentivos que genera un determinado sistema económico. Sí tenemos un producto malo y se vende, no es culpa del productor sino de las reglas que permiten su existencia y su llegada al mercado. Un empleado es improductivo y mantiene su plaza porque se lo permiten las mismas reglas del juego, contratos y sindicatos.

Aceptando, también de la ciencia económica, que la competencia es el mejor mecanismo para la generación de riqueza o, dicho de otra manera, que la libre competencia favorece la existencia de incentivos positivos para una mejor asignación de recursos que permitan mejores resultados y rendimientos, podemos advertir los males que aquejan al deporte más popular del país.

En el futbol mexicano existen incentivos perversos que limitan severamente sus posibilidades para desarrollar una alta competitividad. Su formato y reglas, sus incentivos, atentan en contra de dicho fin. La cancelación del descenso, un incentivo que castiga a los peores equipos, protege su existencia a sobrevivir siendo los peores y la posibilidad de que 12 equipos (de 18) reciban al finalizar el torneo regular el premio de clasificarse para poder aspirar a conquistar el título provoca una amplia zona de confort que impulsa a la mediocridad y el conformismo. Conocer y tener claridad de que a pesar de tener una mala campaña en el torneo puedes tener la posibilidad de disputar el campeonato, impulsa conductas poco propicias para favorecer un alto rendimiento.

Sin el temor al descenso y con la posibilidad de que con el mínimo esfuerzo se ingrese al formato de juegos por la disputa del campeonato es un espacio complaciente para directivos, entrenadores y jugadores.

Cancelando el descenso y fundamentalmente el ascenso, dijera la teoría económica de la regulación, establecemos barreras de entrada a nuevos actores (equipos) permitiendo a unos disfrutar de un mercado sin competencia y protegido que no impulsa a los equipos a mejorar para evitar el descenso y a otros se les niega la posibilidad de participar y competir con nuevas ideas y proyectos futbolísticos. Barreras de entrada que favorecen conductas oligopólicas en contra el futbol competitivo y de los aficionados y ahogan la innovación y el emprendimiento.

Al interior de los equipos mexicanos se desarrollan ambientes poco propicios a la competencia y a su desarrollo. Frente a la necesidad de consolidar valores, incentivos llamados informales, que motiven cotidianamente la superación de los jugadores, se encuentran conductas que favorecen el apapacho, el egocentrismo, la sobreprotección y los sueldos desproporcionados. Incentivos que distorsionan el comportamiento profesional de sus actores.

La ciencia económica nos remite también al llamado “capitalismo de cuates o de compadres” donde los logros y premios obtenidos por los individuos no se alcanza por la meritocracia sino por la cercanía al poder político y económico. En el capitalismo de cuates no existe piso parejo para todos, lo que favorece la competencia, sino que aparecen los privilegios, las cuotas de poder donde no necesariamente sale ganando el mejor, sino el protegido o influyente.

Sin duda que en el futbol mexicano se reproducen esos comportamientos del “capitalismo de cuates” por medio de la determinante influencia, dijera control, que tienen las televisoras en el manejo de la Federación Mexicana de Futbol. Así, se habla de imposiciones de jugadores, entrenadores y directivos en selecciones y equipos desde las altas esferas de esas empresas. Ser amigo es más importante que ser competitivo. Hoy que hablan de reestructurar el futbol mexicano, vale la pena que se apoyen de la teoría económica, de otra forma los cambios serán para más de lo mismo.

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