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INE: equilibrio y esperanza

Por Juan Carlos Hernández A.

Mtro. en Gestión Social y Políticas Públicas

@juancarleis2020

Si bien es cierto el dicho que nada es para siempre, en el andamiaje institucional no aplica, pues las instituciones quedan y las personas pasan, lo importante es saber que quienes pasan por ellas hayan dejado el más alto grado de dignidad, pulcritud y solvencia moral y apegado a la legalidad en su actuar.

El capital humano es fundamentalmente la piedra angular para toda empresa o institución, son las personas las que transforman y modernizan cada proceso en el devenir de las acciones. Las instituciones no se hacen por sí mismas, eso queda claro. Entonces, quienes están ahí obligadamente deben contar con estándares probos, sinequanon será imposible fortalecer la estructura de estas.

Los perfiles recién nombrados a través del método por sorteo, al azar o tómbola, (eso sí, previos procesos de revisión en cada una de sus etapas) y que fue este la operación realizada al final y se eligió -no de forma directa- a quienes suplen, ya desde hoy, a los 4 consejeros salientes, pues su periodo ha terminado, son perfiles que serán observados por la ciudadanía que necesita de un INE bien representado.

De eso precisamente está compuesto el INE, de profesionales, hombres y mujeres, que son competitivos, pues llevan un continuo ciclo de capacitación continua y se someten a los estándares de calidad formativa en las diversas áreas del entramado sistema de evaluación al que le llaman Servicio Profesional Electoral Nacional.

Justamente esa estructura permanente es la que da cause al complicado proceso electoral de cada año, según la elección de que se trate, y al menos de cada tres años en materia federal; hoy en estas fechas hay dos estados de la república que ya están inmersos en la competencia electoral y en ello va el INE, según las atribuciones constitucionales conferidas para tal fin, y se encuentra ayudando en cada paso de la organización electoral.

Es de resaltar que hasta hoy el INE ha permanecido con los debidos estándares de calidad en lo que sabe hacer: organización de elecciones creíbles, confiables, transparentes y apegadas solo a lo que el ordenamiento constitucional le obliga a hacer, solo la Constitución y no los modos de pensar de otros entes públicos. O detractores del mismo órgano electoral.

Entendemos, en tal sentido, que las atribuciones en las que el INE está inmerso a realizar son y van de la mano siempre y por fortuna de la ciudadanía mexicana, que por suerte se hace presente con un amplio sentido de civismo, dijera hasta de patriotismo a colaborar emotivamente en cada proceso electoral al que es convocada; de hecho, el INE no sería sin cada mexicano que aporta y entrega al menos un día para el progreso de este país en el sistema electoral.

Por ello, el INE es parte invaluable del equilibrio de los tres poderes, ahí es donde emanan los resultados primarios que, de manera pacífica, los electores definen cómo se componen las representaciones políticas como los diputados, senadores y el Ejecutivo federal y, es por tanto, donde el Legislativo representado también en facciones políticas, hace leyes, para regular los poderes que hemos mencionado. Entonces el INE no es un poder, es quien organiza la forma para que se elijan a quienes serán los que regulen el poder en sus tres ámbitos: Legislativo, Ejecutivo y Judicial.

La esperanza de un INE que permanezca es loable y deseable; hacerlo fuerte es invariablemente lo más considerable; y eso es factible, pues ningún funcionario del órgano electoral puede hacer más allá de lo que la ley le faculta. Este es el quid, la herradura de la democracia tendrá una nueva conformación, un nuevo cuerpo colegiado y en ello recae la responsabilidad de seguir y perfeccionar lo que hasta hoy se ha realizado: hacer que la democracia en este país impere, se sostenga y con ello prevalezca la estabilidad política hasta hoy lograda. Sea pues.

 

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