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Fragilidad Económica y Pobreza

Por Alfonso Gómez Godínez

@ponchogomezg

A consecuencia de la noticia reciente sobre los avances en la reducción de la pobreza en México y en Jalisco, se hace necesario tener una perspectiva teórica muy clara sobre el tema de la fragilidad económica y su impacto en la pobreza.

La ciencia económica se mueve entre los partidarios de la “mano invisible” del libre mercado que consideran que por medio del juego de la oferta y la demanda se alcanzará un sano equilibrio económico que promoverá el bienestar de la sociedad, de los productores y consumidores. Sí dejamos en plena libertad al precio, el mercado emergerá con todo su potencial logrando que el interés o egoísmo individual se traduzca en el beneficio social. Parafraseando a Adam Smith, el interés económico del carnicero por ganar más dinero hace posible que tengamos en la mesa un suculento filete que nos satisface las necesidades alimentarias de la familia.

Sin embargo, los economistas marxistas, pero con mucha mayor solidez los keynesianos, plantearon la propensión estructural de la economía para entrar en procesos de crisis y, por lo tanto, de destrucción de riqueza y aumento de la pobreza.  El comportamiento inestable de la economía atestiguado por la Gran Depresión de 1929 fue punto de partida para tener claridad en torno a que la economía no tiende al equilibrio natural, sino que transita por ciclos económicos para pasar de la fase de crecimiento a la fase de recesión y eventualmente depresión.

Derivado de lo anterior surgió la necesidad de promover un marco institucional de planeación e intervención económica del Estado para manejar el ciclo económico con la finalidad de alargar la fase de crecimiento, acortar la de recesión y evitar caer en la fase de depresión. Así se busca reducir la fragilidad económica tanto de la sociedad, las empresas y los individuos.

Con el famoso “Estado de Bienestar”, impulsado desde mediados del siglo veinte, se avanzó en la reducción de la fragilidad económica tanto estableciendo escaleras de movilidad social, lo que permitió el crecimiento y expansión de la clase media, como construyendo redes de protección económica y social que evitara o amortiguara el riesgo de una generalización de la pobreza a causa de las crisis económicas recurrentes.

Con los anuncios sobre reducción de la pobreza, nos debemos preguntar realmente sí se ha reducido la fragilidad económica de esas personas, si no es una fotografía del momento. En otras palabras, si los individuos que han saltado la línea de la pobreza cuentan con bases sólidas para no regresar a dicha situación e inclusive para seguir con una tendencia positiva de movilidad social.

En lo personal, tengo sería dudas de que el avance sobre la pobreza tenga un sustento sólido que reduzca estructuralmente la fragilidad económica de millones de mexicanos. El gasto asistencialista y las remesas aparecen como factores explicativos de la reducción de pobreza, pero es evidente las limitaciones de ambos factores y su dependencia a vaivenes políticos, económico/presupuestales y sociales.

Escapar de las garras de la pobreza implica un esfuerzo de largo plazo, inclusive intergeneracional, donde el sustento sea la educación, la salud, la vigencia del Estado de Derecho, el impulso y difusión del capital social. Creo, sin embrago, que estas bases no se están construyendo. Ojalá me equivoque y los datos de avance de la pobreza no sean meramente coyunturales, porque no se rompieron las causas de su fragilidad económica.

 

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