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Fallas de mercado y del estado

Por Alfonso Gómez Godínez

@ponchogomezg

En el centro del debate de la teoría económica se ubica la responsabilidad que tiene el mercado y el Estado en el funcionamiento del sistema económico. Este tema adquirió una gran intensidad en el contexto de la Guerra Fría, ya que tanto Estados Unidos (mercado) como la URSS (Estado) se enfrascaron por demostrar las ventajas de un sistema sobre otro para resolver las necesidades económicas de la sociedad.  El resultado final de este enfrentamiento fue el colapso del sistema socialista.

Con anterioridad, la Gran Depresión de 1929 había demostrado que el modelo de economía de mercado no era perfecto, que sus eventuales desequilibrios entre oferta y demanda no eran temporales. La revolución de la ciencia económica impulsada por Keynes a partir de los años treinta del siglo pasado, impulsa la intervención del Estado en la economía para regular los ciclos de la economía de mercado y evitar la repetición de una crisis de las dimensiones registradas en el año citado.

Durante décadas hemos experimentado un oscilante péndulo con momentos donde se impone la visión que enfatiza una fuerte presencia del Estado y en otras donde la visión dominante es la de fortalecer las políticas de mercado.

Con la llegada de López Obrador, el péndulo se ha reactivado en sentido contrario al que se registró desde el gobierno de Miguel de la Madrid hasta el de Peña Nieto, donde se dio énfasis en las políticas de impulso al mercado.

Las acciones propuestas y ejecutadas por López Obrador donde se busca fortalecer el papel del Estado en la economía encuentran eco en la insatisfacción que generó las políticas de mercado en materia de equidad de la distribución del ingreso y en los magros resultados en crecimiento económico. En este sentido se ha discutido que el mercado es el mejor sistema para una asignación eficiente de los recursos económicos, pero tiene fallas para resolver temas vinculados a la pobreza, el manejo apropiado del ciclo económico y la generación de externalidades negativas como la contaminación, entre otros elementos.

Así vemos que el gobierno de la 4T fortalece su presencia con proyectos estatales de gran envergadura en el sureste del país, considerando que el mercado desatendió la región más atrasada y pobre de México. Se vuelcan los recursos en el Tren Maya, en el proyecto de infraestructura del Istmo y en la refinería.

El Estado se involucra en la entrega de fertilizantes, en el Banco del Bienestar para canalizar los enormes recursos económicos de los programas sociales, crea la red de universidades “Benito Juárez” y la empresa estatal para manejar el Litio; cancela concesiones otorgadas a la iniciativa privada en materia de energía, expropia terrenos, interviene la concesiones ferroviarias, determina precios de garantía e interviene en el mercado de los alimentos con SEGALMEX, y se habla de la próxima creación de una línea de aviación estatal y del apetito por quedarse con BANAMEX.

Sí estamos de acuerdo con que el mercado presenta fallas, el recuento de las políticas señaladas con anterioridad nos revelan las profundas fallas que presenta la intervención económica del Estado. La asignación ineficiente de recursos, inclusive que han elevado sustancialmente el monto de los recursos originalmente presupuestados. La ausencia de un mecanismo de financiamiento sustentable de los proyectos. La opacidad de los proyectos, su imposición por la fuerza del Estado, el incumplimiento de exigencias como las de impacto ambiental argumentado razones de seguridad nacional. La profunda discrecionalidad en el manejo de los recursos por medio de las asignaciones directas de contratos, la falta de evaluación sobre el impacto de dichas intervenciones, sus costos y resultados finales.

Con la finalidad de tapar las fallas del mercado, florecen las fallas del Estado. En otras naciones, el modelo es generar sinergias entre el mercado y el Estado y apoyarse mutuamente con un proyecto consensado de nación. No perdamos el optimismo de que podamos llegar algún día a dicho escenario y dejar de contrapuntear al mercado con el Estado.

 

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