NOTA DEL EDITOR
Por Alfonso Gómez Godínez
En 1992 pocos apostaban por una derrota en la campaña por la reelección del presidente norteamericano George Bush. Sus triunfos en Kuwait para expulsar a las tropas invasoras del líder de Irak Sadam Hussein en la llamada Guerra del Golfo habían subido sus bonos. Enfrente tenía a un poco conocido gobernador, Bill Clinton, de un pequeño estado, Arkansas, lejos de los circuitos del establishment estadounidense.
A pesar de lo anterior, una lectura precisa de la realidad y circunstancias que vivía Estados Unidos en ese momento cambió el rumbo de la historia electoral. “Es la economía, estúpido” fue el grito y manotazo en el escritorio del candidato Bill Clinton a sus estrategas políticos y de comunicación que reorientaron esa campaña y la condujeron al triunfo ante el padre de una poderosa dinastía política, la familia Bush.
Otros tiempos, distintas realidades, pero por dondequiera, desde cualquier ámbito de la vida pública nacional y estatal salta a la palestra, ante la dimensión de los problemas (sus complejidades e incertidumbre), la necesidad de enfatizar y poner claro, “es la política”, sí, es la política la gran ausente, la que se alejó del ágora, la que deja sin sustancia la deliberación y el sentido de la autoridad, la que no acompaña propuestas y decisiones gubernamentales, la que tenemos que reconstituir, más bien, reinventar.
Vivimos tiempos de significativas transformaciones que tendrán un impacto profundo en el derrotero de la nación. Se ha modificado la Constitución, han desaparecido instituciones a la par que surgen otras, se ha conformado un nuevo Poder Judicial y se nos vienen los tiempos con las reformas a Ley de Amparo, de una nueva Ley Electoral, entre otras más.
Debemos reconocerlo, han sido modificaciones a nuestro marco jurídico por la vía del “fast track”, imponiendo la lógica del mayoriteo, el maniqueísmo y una visión univoca, irrefutable, sin discusión y apelación. La decisión vertical de mando y obediencia. Se ausenta a la política del quehacer público, se confunde con actos de poder, de gobierno, de camarillas y sus disputas. ¿Quién abre las puertas e invita a la mesa del diálogo a los otros, a los que piensan distinto?, ¿la secretaria de gobernación, Adán Augusto, Ricardo Monreal, Fernández Noroña? Ausencia pura de política. ¿Es pertinente que la comisión para la reforma electoral tenga una composición monocromática? O son ellos poseedores de la verdad absoluta.
Hoy nos hace falta la política, entendiendo a la política en la versión de la enorme Hannah Arendt, como el espacio de la pluralidad de personas capaces de hablar y de ser escuchados, de actuar conjuntamente, de convivir y compartir un espacio con plena libertad.
A nivel local se percibe también la ausencia de política para sacar adelante los grandes temas como la Reforma del Poder Judicial. El desdén hacia el otro, la falta de comunicación, las cartas escondidas, la soberbia y la omisión han cobrado sus primeras facturas.
La ruta es recuperar la primacía de la política. La reforma del poder judicial en Jalisco no puede esperar, como tampoco pueden esperar los acuerdos para el presupuesto 2026, la elección del Auditor, entre otros temas.
PD. El 29 de octubre vence el plazo de los noventas días de pausa que estableció el gobierno de Trump para la entrada en vigor de nuevos aranceles a México. ¿Sé logró construir un acuerdo? Estamos cerca de saberlo o de enfrentar sus consecuencias.