Opinión Política
OPINIÓN

El Poder de las Palabras

Charlas en la Cafetería del Barrio

Por Alberto Mora

@alberto_mora

-… Reventaderos, acarreados, grillos, chapulines, chayoteros, corcholatas; son palabras con las que se entiende la política en nuestros días. Muy lejos quedó el sentido científico, la forma específica de utilizar el lenguaje por los políticos. Eso que se denominaba “jerga política” o “habla de los políticos,” el buen uso de la oratoria que destacó en el parlamentarismo hasta hace algunas décadas, hoy es parte de nuestra historia.

“La conversación ha sido una de las herramientas más importantes para transformar nuestras vidas. De acuerdo con Mariano Sigman, “nuestra mente es mucho más maleable de lo que creemos”, y en ese orden de ideas estoy convencido que las buenas conversaciones mejoran nuestras emociones, nuestra memoria, nuestras ideas y de esa manera nuestras decisiones y calidad de vida”.

Así arranca la charla en la cafetería de barrio Emiliano, estudiante de Comunicación, aficionado a explorar las variedades de los cafés blend de origen y especialidad que México produce.

Pablo, compañero de Emiliano desde sus tiempos de bachiller, dice disfrutar dos cosas en la vida: un buen café y una buena charla. Así que entrado en el tema, continúa la charla sosteniendo:

-En mi opinión, de acuerdo a los registros que tenemos en las últimas décadas, vamos en el sentido contrario. Desde que los gobiernos se conectaron a las redes sociales de internet, dejaron de ocupar las calles y elaborar proyectos ligados a las verdaderas preocupaciones de los gobernados. A través de lo que en antaño fueran equipos de comunicación y que hoy se autodenominan “Comunity Managers”, los políticos pautan propaganda inútil para la sociedad, pero muy adecuada para alimentar esa vanidad con la que evidentemente reclaman su derecho a hacer historia.

“Si nos detenemos un momento a contrastar la productividad política con los mensajes pagados que aparecen continuamente en las redes sociales, encontramos un abismo que separa a la percepción de las personas, con los mensajes que vemos en la propaganda construida para querer convencer a la audiencia que la administración es eficiente, que los gobiernos funcionan, que los políticos en el poder son buenas personas.

“Sin embargo, académicos, religiosos cooperativistas, grupos anarquistas, movimientos indígenas, feministas, estudiantes, ecologistas y otros grupos de activistas, responden un día sí y otro también a los líderes de ficción.

“Me gustaría que le des un vistazo al Twitter o Instagram de los políticos cuando anuncian la detención de uno, de los cientos o miles de feminicidas que andan sueltos, o el ridículo de esos abyectos que se desgarran las vestiduras por quedar bien con su jefe político”.

Emiliano asiente con la cabeza, da un sorbo a su aromático café y retoma la reflexión: -A través de la historia de la humanidad, la práctica y teoría de la argumentación son reconocidas como esencialmente persuasivas. Por naturaleza, el lenguaje ha sido y es una herramienta de poder; orienta, conduce, crea puntos de vista, presenta la información.

“Las mujeres y hombres de poder son, sin lugar a duda, focos de gran influencia sobre la sociedad. Desde la antigüedad, hablar y escribir de manera persuasiva, es decir, la argumentación, ha sido objeto de interés en la práctica del arte de la política. Pero en la actualidad, el estudio de la argumentación ha perdido vigencia debido a la inclinación que tienen los gobernantes por banalizar el lenguaje, despreciando la lógica y los elementos esenciales en la teoría de la argumentación.

“Diputados y Senadores, de manera ordinaria, se la pasan alimentando la polarización social, indignación, la desesperanza, yendo en contra de la principal motivación del estudio de la argumentación y del ejercicio parlamentario.

“Se les olvida que argumentar no es solamente la afirmación de algunas opiniones, ni tampoco es simplemente una disputa. Son esfuerzos para apoyar opiniones con razones. Argumentar desde el gobierno es importante por otro motivo, ya que una vez que se ha llegado a una conclusión, esto implica hacer o dejar de hacer algo que cambiará la vida de un grupo de personas.

“De este modo, es esencial documentarse acerca de qué opiniones son mejores que las demás y qué conclusiones pueden apoyarse en buenos razonamientos. Qué bueno sería que nuestros gobernantes entendieran el poder de las palabras, que obtuvieran sus conclusiones a través de la lógica, mediante premisas, escuchando pensamientos y sentimientos de las personas, incluyendo el debate civil, el diálogo, la conversación y la persuasión”.

 

 

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