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¿Desmantelar la educación?

Por Juan Carlos Hernández Ascencio

Mtro. en Gestión Social y Políticas Públicas

@juancarleis2020

Las instituciones son entes públicos que dan vida a la gestión de y para la ciudadanía, son variadas en su conformación y estructura políticas, social, económica, cultural, de salud, educación (siendo esta de suma importancia) y muchas más son y han sostenido entre los mexicanos el andamiaje que, con apego a la legalidad, han prestado un servicio profesional para bien de los interesados y obtener con esos servicios ventajas competitivas y estabilidad en todo sentido.

Así es como ha funcionado en general la simbiosis gobierno-gobernado, y que diferentes organismos, unos autónomos del gobierno y otros propios de él, son respetuosos de la dinámica legal que les mandata hacer y obedecer, así simplemente para cumplir con lo que la ley en su caso les faculta para su desempeño. En ello va también la de velar por la educación libre, gratuita y laica, y agregaría un elemento más: de calidad.

Se ha generado en la opinión pública una gran polémica derivado de la propuesta hecha para la impartición de la educación primaria en sus contenidos de los libros que se dice están fuera de toda realidad respecto a educar como debe ser, y no ideologizar en ideas procomunistas. Claro ejemplo es la pregunta de que si deberían existir las diferencias de clases (una temática utilizada por Karl Marx creador de la teoría comunista, sin duda fue la lucha de clases); unas y otras preguntas sin sentido pedagógico que no entenderían los educandos.

Nos deberíamos estar preguntando porqué la educación va hacia atrás con esta nueva propuesta de libros, que no es otra cosa que una cuestión de contenidos propagandísticos en torno a una nueva forma de ser y hacer “pensar” al alumnado que de por sí trae arrastrando conocimientos y prácticas que a veces no son posibles adquirir al cien por ciento en las aulas de las escuelas públicas, pues son variadas las materias por impartir sin que en ocasiones se logre la meta del temario anual.

Todo plan educativo ha sido recurrentemente revisado en administraciones pasadas, sin embargo, el de ahora nuevo, al parecer, pocos lo conocieron y además atenta contra toda lógica pedagógica al sustentar el propósito sine quanon, la educación se potencializa: ciencia, análisis, conocimiento y razón.

Una palabra que denota en este asunto es la de intransigente, querer ser en su significado que una persona no transige, no acepte que otra tenga razón o reconozca que tenga argumentos válidos. Cuántas personas nos encontramos en la vida con esta particular característica. Entre los sinónimos de intransigente encontramos términos tales como intolerante, testarudo, sectario, inflexible, tozudo, obcecado, terco o fanático. Vaya usted a saber quién si sea eso y quizá un poco más, al pensar que la metodología en la educación se deba hacer con los pies y no con la cabeza.

Así de claro. México es más que una mala educación primaria, es por sí mismo un país que ocupa en el planeta tierra una consideración de buenos y cultos de líderes que han representado los más altos estándares de calidad educativa, ellos son los que se formaron hace veinte, treinta años, atrás con los mejores maestros y, claro, los planes de estudio bien pensados pedagógicamente estructurados. En verdad, ¿será mucho pedir que conserven lo que ha tenido buenos resultados?

Hacerle a la novedad no siempre traerá los mejores resultados. No, y menos así, sin la más elemental idea del sentido común. Hay que cuidar en conciencia lo que hemos aquilatado y heredado de nuestro pasado. Los mexicanos de primaria todos merecen conocer lo mejor, porque serán el futuro ya de este país tan ninguneado como nunca; en un país donde le dicen que todo va bien, pero voltea a su primer círculo y ambiente y ve que no es así, entonces ¿para qué desmantelar la educación? Pues triste realidad lo que se pretende. Otra vez que no llegue el rumor de la discordia.

 

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