Charlas en la Cafetería del Barrio
Por Alberto Mora
@alberto_mora
-A la formación de bases de apoyo político a través de la distribución de beneficios se le llama construcción de clientelas partidarias. Hay algunos científicos políticos como Víctor Pérez-Díaz que han estudiado este fenómeno y señalan cómo los partidos políticos establecen relaciones clientelares ofreciendo recursos, empleo o servicios públicos a cambio de lealtad electoral.
“Por su parte, Guillermo O’Donnell, destacado politólogo argentino, precisa que estas prácticas debilitan la calidad democrática porque distorsiona la representación ciudadana, genera vínculos de dependencia entre los ciudadanos y los líderes políticos”.
Así inicia la charla en la cafetería del barrio Juan Carlos, cafetero empedernido, egresado de la carrera de Gestión Cultural, bueno para abordar temas de coyuntura política.
En esta ocasión lo acompaña Graciela su esposa, también cafetera, come libros, enamorada del café mexicano, de las tradiciones culturales y de Juan Carlos.
Juan Carlos solicita un par de cafés con un poco de leche cremada, mientras Graciela le plantea la siguiente pregunta:
-¿Entonces la política clientelar es un sistema arraigado en las campañas electorales donde los políticos establecen relaciones individuales con los votantes ofreciendo beneficios directos o indirectos a cambio de apoyo político y votos?
-¡Si! -responde Juan Carlos-. Esta estrategia se basa en intercambios formales o informales entre las y los políticos con los votantes. Se ofrecen desde favores materiales como empleos públicos, dinero, servicios sociales, regalos, hasta beneficios más intangibles como acceso a recursos públicos, influencia en la toma de decisiones, o impunidad en ilegalidades cometidas o que se vayan a cometer.
“Según yo, en México, esto es un delito pero, bueno, en el contexto de investigación de la ciencia política, la política clientelar ha funcionado como una herramienta para la consolidación del poder y la obtención de votos.
“Los candidatos, especialmente en entornos con sistemas políticos menos desarrollados o con mayor desigualdad socioeconómica, como es el caso de nuestro país, recurren a esta estrategia para asegurar el respaldo electoral.
“Este sistema, obviamente, ha generado críticas porque socava la integridad del proceso democrático. En lugar de debatir ideas y propuestas, los candidatos se enfocan en establecer redes de lealtades personales como fue el caso del proceso interno del partido MORENA y que, sin duda, les ayudara a perpetuar un ciclo de dependencia entre los votantes cautivos y los representantes de su partido, sin reparar en que limitan la capacidad de los ciudadanos para tomar decisiones informadas y coartan su derecho a elegir de manera informada.
“Por otra parte, vemos que la política clientelar hasta hoy ha demostrado que alimenta la corrupción, ya que los favores otorgados a cambio de apoyo político han llevado a malversaciones de fondos públicos o a decisiones poco éticas en beneficio de unos pocos, en detrimento del bien común, como lo demuestran los casos del Pemexgate y Segalmex y otros.
“Sin embargo, y a pesar de sus críticas, algunos defensores de esta práctica argumentan que la política clientelar puede ser un medio para llegar a comunidades marginadas que, de otra manera, podrían ser ignoradas por el sistema político. Además, sostienen que en ciertos contextos puede proporcionar beneficios tangibles a grupos vulnerables”.
Graciela interrumpe a su marido tomándolo de la mano y a manera de conclusión, comenta:
-Hoy me queda muy claro que todos tenemos la obligación de participar, de trabajar, de promover de manera efectiva el fortalecimiento de nuestro sistema democrático, de reforzar los cimientos de una democracia sana y vibrante. Creo que solo cuando nuestra incipiente democracia madure, vamos a poder reducir la influencia de la política clientelar. Pero esto no va a suceder hasta que provoquemos una combinación de reformas institucionales, una educación cívica y una mayor transparencia en la financiación de campañas. Esto sí permitiría un sistema político más equitativo, donde el debate de ideas y la rendición de cuentas sean la base del proceso electoral.
