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Bukele y la democracia

REFLEXIONES

Por Gonzalo Leaño Reyes

Afirma el periodista Andrés Openheimer que de acuerdo a una reciente encuesta el presidente de El Salvador, Nayib Bukele es el mandatario más popular de América Latina y, al mismo tiempo, “confirma lo que muchos de nosotros sospechábamos: en muchos países hay tal hartazgo con la violencia, que la gente está dispuesta a apoyar a los populistas autoritarios que logren bajar las tasas de criminalidad a cualquier costo”.

La democracia parece sostenerse únicamente en el discurso en países donde la violencia y la inseguridad sobrepasan los intentos de la gente por trabajar y vivir con cierta tranquilidad. Se preguntan las personas de qué les sirve que haya elecciones y exista un ambiente más o menos democrático si no pueden ejercer su derecho al trabajo porque les cobran “derecho de piso”; si no pueden salir con su familia sin el temor de ser asaltados; si no pueden emprender un pequeño negocio sin el peligro de que los roben. Ahí es cuando la democracia pierde su encanto.

La encuesta a la que se refiere Openheimer es de Latinobarómetro, que realizó 19,205 entrevistas en 17 países latinoamericanos, y cuyos resultados muestran una disminución alarmante del apoyo a la democracia en la región.

Sólo el 48% de los latinoamericanos está de acuerdo con el postulado de que “la democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno”, contra un 63% que respondía afirmativamente en el 2010. En Honduras, Paraguay y Guatemala, casi el 70% de la gente dice que no le importaría tener un gobierno no democrático si resulta eficiente. Y en México, ese porcentaje es del 56%. No se trata pues de una moda importada de otro país, También impacta a la mayoría mexicana.

El Salvador es un país pequeño, pero sus problemas de violencia eran enormes. El “modelo Bukele” ha logrado reducir la tasa de homicidios de 38 por cada 100,000 habitantes en 2019 a 7.8 en 2022, según cifras oficiales. Para este 2023, el mandatario informó que la tasa ronda los 2.2 homicidios, lo que convierte al país en uno de los más seguros de América Latina en base a esas estadísticas.

Bukele, que también es el presidente más joven de América Latina, implementó un programa frontal contra las pandillas y la mara salvatrucha, poniendo en la cárcel a más de 60,000 delincuentes. Sus métodos no son precisamente ajustados a los Derechos Humanos, pero la población salvadoreña comienza a vivir en paz.

Tampoco es un refinado demócrata el presidente salvadoreño; el año próximo habrá elecciones presidenciales y aunque la Constitución prohíbe la reelección, Bukele ya hace planes para mantenerse en el poder.

Se trata de todo un caso, con luces y sombras, pero Nayib Bukele está atacando con éxito el problema principal de su pueblo: la inseguridad.

 

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