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Atrapados en un callejón

Por Alfonso Gómez Godínez

@ponchogomezg

Cerramos el año con un nuevo aumento de las tasas de interés. El Banco de México utiliza la política monetaria para enfrentar una pertinaz inflación. Su respuesta también se enmarca en la propia reacción de la Reserva Federal de los Estados Unidos.

Así, el 2022 ha sido el año donde millones de mexicanos se han encontrado por primera vez con el demonio de la inflación. Para quienes vivimos las crisis de los ochenta (1982-1988) y la de fines del sexenio de Carlos Salinas e inicios de Ernesto Zedillo (1994-1995) es una experiencia recurrente.

Algunos colegas observan con razón que mientras la inflación actual se acerca peligrosamente a una tasa de 8% anual, no tiene punto de comparación con los índices inflacionarios por arriba del 100 y 50% que se sufrieron en los años citados.

Afortunadamente las condiciones son completamente diferentes. México cuenta con una sólida base de reservas de divisas en el banco central, no existen desequilibrios externos graves en las cuentas con el exterior, la política cambiaria es de libre flotación y se mantiene la autonomía del Banco de México. Las ideas y recetas de la economía neoliberal no todas son malas y perversas.

Lo que preocupa es que nos adentramos en la segunda década del siglo 21 y la economía mexicana siga inmersa en un comportamiento mediocre, aletargado y sin capacidad de potenciar sus capacidades de crecimiento y desarrollo. Específicamente en su incapacidad para generar tasas de crecimiento del producto interno bruto altas y sostenidas en el tiempo.

Mientras que las generaciones anteriores experimentamos el costo de una alta inflación, lo cierto es que también vivimos años con tasa de crecimiento del PIB por arriba del 5% anual. Claro, al final terminábamos con crisis sexenales que nos han llevado a un eterno ciclo de altas y bajas.

En otras palabras, los mexicanos nacidos en el siglo 21 no han vivido un solo año de crecimiento económico por arriba del 3% promedio anual. Por desgracia, las expectativas es que durante el sexenio 2018-2024 el crecimiento del PIB ronde el cero por ciento promedios. Una verdadera tragedia que marcará las expectativas de vida de millones de personas.

Con un comportamiento estático y mediocre de la economía mexicana registrado en los últimos años, hoy el país experimenta un estancamiento de la movilidad social tan característica de la sociedad mexicana de la segunda mitad del siglo 20.

El país de las crecientes clases medias, con aumentos constantes en su poder de compra, con capacidad para el ahorro y el emprendimiento empresarial, con fuerte iniciativa social y emprendedora, se ha detenido con todo lo que eso significa para el desarrollo del país.

Sostenemos las variables macroeconómicas que impiden el arribo de una crisis económica profunda, la realidad es que el paciente no muere, pero no sale de terapia intensiva.

La nueva dosis que nos inyecta el Banco de México sobre tasas de interés coadyuvará a combatir al virus de la inflación, sin embargo, el costo será sobre los efectos negativos que se registren en el consumo y la inversión, lo que se reflejará en la debilidad del crecimiento económico. Así, seguimos atrapados, atenazados en la mediocridad económica.

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