Opinión Política
ANÁLISIS

AMLO y sus iniciativas “desechables”

El fracaso de las consultas ciudadanas por la poca participación y el no alcanzar la mayoría calificada en el Legislativo para sacar adelante sus grandes reformas, abren la interrogante del por qué no las presentó en la pasada Legislatura en la que Morena tenía todas las de ganar.

 

Por Julio César Hernández

Una de las grandes incógnitas abiertas durante lo que va del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador es el por qué no trabajó las consideradas iniciativas de reforma estrellas de su gobierno para presentarlas al Congreso de la Unión durante las pasadas legislaturas en las que Morena tenía una amplia mayoría para ser aprobadas.

Esto recuerda la habilidad que tuvo el expresidente Enrique Peña Nieto para sacar al inicio de su sexenio las reformas que integraron el Pacto por México, y que contó con el apoyo de los partidos de oposición para ser aprobadas. No hablamos de las reformas en sí, sino de la estrategia y el tino político para convencer a la oposición de la bondad de dichas reformas, algunas de las cuales habían sido bandera del PAN y otras del PRD.

Bueno, pues López Obrador se esperó hasta la actual legislatura federal en la Cámara de Diputados para presentar, por el momento, sus iniciativas de reformas en materia eléctrica y ahora electoral. La primera, sufrió ya una dolorosa derrota al no alcanzar las dos terceras partes del pleno legislativo, y la segunda tiene todas las probabilidades de correr la misma suerte si se somete a su análisis y discusión en el próximo período de sesiones que arranca el primero de enero con el informe presidencial.

En el caso de la iniciativa de reforma electoral, la oposición ya adelantó que no será avalada en los términos en que fue presentada, y que el partido Morena tendrá que sentarse a dialogar y negociar para sacar adelante una reforma consensuada. Si no es así, entonces se prevé otra reforma frustrada.

El fracaso de la primera iniciativa y el que se le augura a la segunda, le crean al lópezobradorismo un panorama negro sobre lo que se consideran le apostaba a ser las grandes reformas de su gobierno, a las que hay que sumarle dos consultas ciudadanas que también sufrieron el más rotundo y doloroso fracaso, reflejado en la indiferencia de la población.

Y nos referimos a las consultas, primero, sobre sancionar a los expresidentes de la República y al ejercicio de la Revocación de Mandato, después, que no lograron despertar el interés de los ciudadanos en dos figuras nuevas de participación y que fueron destacadas por las propias autoridades electorales responsables de la organización y ejecución de ambas.

 

CONSULTA. “Vender” la idea que sancionar a los expresidentes era cuestión de una consulta no sirvió.

Temas controvertidos

Quizás uno de los errores que dieron paso al fracaso de estas dos consultas tuvo que ver con el tema del que se trataban y que al mismo tiempo tenían salvoconductos legales que hacían ver, en parte, la inutilidad de su aplicación, tal y como lo hicieron notar especialistas, expertos y analistas.

Y es que en el tema de castigo a los expresidentes, la voz unánime de la sociedad fue que si había delitos que perseguir y pruebas que sostuvieran una posible denuncia, que se recurriera a las instancias correspondientes como la Fiscalía General de la República, se presentaran las denuncias a que hubiera lugar y se dejara correr el proceso legal correspondiente, sin necesidad de consultar a los mexicanos sobre si se debía o no castigar a quienes gobernaron el país.

En el caso del tema de la Revocación de Mandato, se le encontraron tantas aristas discutibles que hicieron ver que se trataba de un asunto más de propaganda a la figura presidencial que los verdaderos deseos de ser calificado en su desempeño. Para empezar, cuando debió de ser un tema surgido desde la ciudadanía, fue el propio gobierno quien lo propuso, lo alentó y prácticamente lo operó a través de su partido, Morena, y de los mismos integrantes del gabinete federal.

Por otro lado, el escepticismo sobre que el presidente acatará la opinión ciudadana en caso de que mayoritariamente se pronunciara porque dejará el cargo, se mantuvo en el aire siempre, pues finalmente la Constitución establece que fue electo por un período de ser años y en estos términos no se efectuó ninguna reforma constitucional que lo dejara sin efecto.

Tanto la consulta para sancionar a los expresidentes como el ejercicio de Revocación de Mandato no fueron tomados en serio por la sociedad, que finalmente terminó por darles la espalda y no participar en ellos, dando por resultado un rotundo fracaso a lo que se le llama -y que debería de funcionar como debe de ser-, democracia participativa.

Lamentablemente ambos casos solamente fueron utilizados para que el presidente López Obrador arremetiera en contra de sus adversarios políticos naturales, la oposición, y todos aquellos que él mismo se crea desde la “mañanera”, como son los empresarios, medios de comunicación y periodistas que simplemente no piensan como él quiere ni están de acuerdo con sus decisiones. Y al mismo tiempo, para promover su figura personal.

Es por eso que se plantea la pregunta sobre qué pretendió el presidente López Obrador con echar a andar estos dos ejercicios de participación ciudadana cuando de antemano se sabía que no tendría los resultados esperados, ni para un buen ejercicio de gobierno ni para beneficio social.

Los fracasos sumados de estas dos consultas ciudadanas, la derrota en su intento por reformar la Constitución en materia eléctrica y ahora la reforma destinada a fracasar, la electoral, es lo que despierta la interrogante sobre el verdadero objetivo presidencial de presentarlas y someterlas a discusión cuando sabe que no prosperarán. Hay quienes advierten que sólo es el pretexto para mantener un discurso de descalificación a sus adversarios y a todos aquellos que no sólo no están a favor de la llamada Cuarta Transformación sino que han señalado que ha hecho un gran daño al país y que ha impedido su desarrollo.

 

REVOCACIÓN. La respuesta ciudadana fue más que pobre.

El fracaso de las consultas…

Valga hacer un repaso y recordatorio de los desastrosos resultados que para el gobierno de López Obrador fueron las dos consultas ciudadanas: la de castigar a los expresidentes y la de Revocación de Mandato.

En el caso de la consulta sobre los expresidentes, la pregunta sometida a consulta de los ciudadanos, por demás confusa y sin sentido, fue:

“¿Estás de acuerdo o no en que se lleven a cabo las acciones pertinentes con apego al marco constitucional y legal, para emprender un proceso de esclarecimiento de las decisiones políticas tomadas en los años pasados por los actores políticos, encaminado a garantizar la justicia y los derechos de las posibles víctimas?”.

Las opciones de respuesta eran: “Si” o “No”.

La participación ciudadana en esta consulta -celebrada el primero de agosto de 2021-, fue apenas del 7.11 por ciento. De este porcentaje, el 97.7 por ciento votó por el “Sí”. Para que fuera vinculante se requería del 40 por ciento de participación de la Lista Nominal de Electores, un aproximado a 37 .5 millones de ciudadanos, lo que por supuesto no se logró.

Como tampoco se logró en el ejercicio de Revocación de Mandato para el que se requería también del 40 por ciento para ser vinculante. En este ejercicio el porcentaje de participación fue poco menos del doble de la consulta anterior, al registrarse un 17.7 por ciento de participación ciudadana.

En este caso la pregunta sometida a consideración de los ciudadanos fue:

“¿Estás de acuerdo en que Andrés Manuel López Obrador, presidente de los Estados Unidos Mexicanos, se le revoque el mandato por pérdida de confianza o siga en la presidencia de la República hasta que termine su período?”. Las opciones de respuesta eran: 1. “Que se le revoque”, por el que se pronunciaron un millón 63 mil 209 ciudadanos, o sea el 6.77 por ciento de los participantes; y 2. “Que siga”, por el que se inclinaron 15 millones 159 mil 323 participantes, o sea el 91.8 por ciento.

Esto ha sido utilizado como propaganda a favor de López Obrador por parte de Mario Delgado Carrillo, dirigente nacional de Morena, quien en los promocionales de su partido asegura que nueve de cada 10 mexicanos -así lo dice textualmente, están a favor de la continuidad del presidente en el cargo.

Obviamente que un 17.7% de ciudadanos que participaron en este ejercicio no se puede considerar que es el cien por ciento de los habitantes del país, como ni siquiera de los ciudadanos.

Así, pues, se encuentra en el centro de la discusión el saber si estas dos consultas ciudadanas pueden tomarse o no como un verdadero ejercicio de democracia participativa, cuando ambas estuvieron viciadas de origen y no tuvieron la claridad exigida para medir no sólo la participación ciudadana sino su propio sentir, y cuya pobre participación da cuenta del desinterés ciudadano.

SENADO. La mayoría de Morena en el Senado no sirve para sacar adelante las reformas.

… y el fracaso de las reformas

Y ni qué decir del destino que tuvo la primera de las que López Obrador consideraba era una de sus reformas “estrellas”, la eléctrica, en donde no se alcanzó las dos terceras partes de los votos de diputados para incluirla en el texto constitucional. Se requerían 334 votos a favor de la reforma, pero solamente se alcanzaron 275 de la bancada mayoritaria de Morena y de sus aliados; mientras que en contra se pronunciaron 222 diputados del bloque opositor.

Ya referíamos líneas arriba que se pronostica que la iniciativa de reforma electoral tendrá el mismo sentido: el fracaso, pues tampoco se aseguran las dos terceras parte de la votación legislativa, toda vez que desde ya el bloque opositor adelantó que no votará a favor. Sin embargo, en tanto la oposición presenta sus respectivas iniciativas, el discurso presidencial aprovechará para promover las supuestas ventajas de su reforma y, al mismo tiempo, descalificar a sus opositores, como ha sido la constante desde que asumió la presidencia de la República.

Ante este escenario de fracasos, bien valdría calificar las consultas y las iniciativas como “desechables”, pero también habría que preguntarnos si ese era el objetivo del presidente López Obrador al no haberlas presentado en la pasada Legislatura federal cuando tenía la mayoría en San Lázaro, aunque por supuesto quizás no se imaginó que en las elecciones del 2021 la perdería.

Pero, ¿por qué no las presentó entonces si sabe que el poder desgasta y que las elecciones de mitad de sexenio son el termómetro para medir la satisfacción o insatisfacción ciudadana con el gobierno en turno? ¿Qué le hizo creer que refrendaría esa mayoría que en el 2018 obtuvo gracias a que él estaba en las boletas?

Esa es la gran incógnita cuyo costo está pagando él mismo y su partido, Morena.

 

Post relacionados

Claudia Sheinbaum superó a López Obrador

Opinión Política

Encuestas en tiempos de campaña

Opinión Política

Morena: Crece Adán; se frenan Claudia y Marcelo

Opinión Política

Dejar un comentario