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PRESUPUESTO Y PODER: EL EQUILIBRIO QUE JALISCO NECESITA

Por Carlos E. Villaseñor

Abogado

El 80 por ciento de los ingresos previstos para Jalisco provendrían de participaciones federales, lo que confirma la alta dependencia que el estado mantiene de los recursos nacionales.

El pasado 5 de noviembre de 2025, en una sesión que se prolongó hasta la madrugada del jueves, la Cámara de Diputados aprobó el Presupuesto de Egresos de la Federación 2026 por un monto total de 10.2 billones de pesos. La votación concluyó con 355 votos a favor y 132 en contra, luego de reasignaciones por cerca de 17 mil 788 millones que recortaron recursos a órganos autónomos para destinarse a rubros prioritarios como educación, tecnología y medio ambiente. En ese contexto, la Universidad de Guadalajara consiguió una asignación extraordinaria de 7 mil 676 millones 175 mil 792 pesos, de los cuales alrededor de 4 mil 371 millones corresponden a una restitución que no se contemplaba en la propuesta original. Este logro, respaldado por el compromiso del Gobierno Federal, representa el cumplimiento de una demanda sostenida durante meses por la comunidad universitaria y sienta un precedente presupuestal relevante para la educación superior en el país.

A nivel estatal, el Congreso de Jalisco recibió el paquete económico 2026 del Ejecutivo el pasado 31 de octubre. La propuesta contempla un gasto total de 181 mil 548 millones 876 mil 515 pesos, lo que equivale a un incremento aproximado del 4 por ciento respecto al ejercicio anterior. En el desglose general, se proyectan aumentos en los rubros de educación, seguridad, salud e infraestructura. La educación alcanzaría 55 mil 876 millones 774 mil pesos, la seguridad 14 mil 144 millones 533 mil, la salud 20 mil 511 millones 254 mil y la infraestructura 16 mil 525 millones 327 mil pesos. Pese al incremento, el 80 por ciento de los ingresos previstos para Jalisco provendrían de participaciones federales, lo que confirma la alta dependencia que el estado mantiene de los recursos nacionales.

La restitución presupuestal lograda por la Universidad de Guadalajara también deja una lección política y administrativa.

Este contexto financiero coloca al Congreso local en una posición crucial. Por un lado, deberá abrir las mesas de glosa del informe de gobierno, que se perfilan como el espacio clave para exigir claridad sobre los adeudos del estado, la contratación de nuevos créditos y las condiciones reales de pago.

Por otro, está la necesidad de revisar a fondo la composición del presupuesto 2026, para determinar qué proporción del gasto se destinará al servicio de la deuda, cuánto se dirigirá a inversión productiva y cuánto a gasto operativo. Si bien el gobierno estatal ha presentado un discurso optimista sobre inversión y crecimiento, la realidad es que persisten compromisos financieros que podrían limitar la capacidad de maniobra durante el próximo año.

La restitución presupuestal lograda por la Universidad de Guadalajara también deja una lección política y administrativa: la importancia de la coordinación entre federación y estado. Los recursos asignados no deben quedarse en cifras simbólicas, sino transformarse en infraestructura, investigación y bienestar académico. En este sentido, el papel del Congreso de Jalisco será vigilar que el financiamiento estatal complemente, y no sustituya, la inversión federal. La educación, más que un rubro presupuestal, es un indicador del tipo de futuro que se construye.

A la par, el Legislativo ha anunciado la intención de construir un “presupuesto colaborativo” con la iniciativa privada. Sin embargo, el verdadero reto será integrar también a la sociedad civil, universidades y organismos ciudadanos, para que las mesas de análisis no se conviertan en simples actos protocolarios. La transparencia y la participación deben ser pilares del nuevo ejercicio presupuestal, no discursos de ocasión.

El panorama general de Jalisco se define hoy entre expectativas y deudas. Mientras la UdeG celebra un triunfo legítimo, el Congreso local enfrenta la obligación de transformar los montos aprobados en resultados visibles. La ciudadanía espera que el presupuesto no sea solo una cifra de gasto, sino un reflejo de prioridades reales y un instrumento de confianza. El éxito del paquete 2026 dependerá menos de su aprobación formal y más de su ejecución, seguimiento y transparencia.

En un estado donde los créditos y los compromisos pesan tanto como los ingresos propios, el desafío será equilibrar presupuesto y poder. Lo que ocurra en las próximas semanas, entre la glosa, las negociaciones y la aprobación final, marcará la ruta política y financiera de Jalisco para los próximos años. La clave estará en demostrar que las decisiones económicas pueden traducirse en resultados tangibles y no solo en discursos. Porque al final, el presupuesto no mide únicamente dinero: mide el tamaño del compromiso con la gente y la madurez del poder que lo administra.

 

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