Opinión Política
OPINIÓN

Sostener la autonomía, credibilidad y calidad de los organismos electorales

Por Juan Carlos Hernández A.

Mtro. en Gestión Social y Políticas Públicas

@juancarleis2020

Definitivamente el éxito de la democracia, la participación plena ciudadana que es tan necesaria y el papel de las autoridades electorales, en una valiosa forma para contrarrestar las prácticas y discursos autoritarios, son importantes para fortalecer la cultura democrática y trabajar intensamente con la población más joven, pues está demostrado que son los que menos participan en elecciones. En ello juegan un rol muy importante y trascendente las instituciones electorales todas.

El sentido de cuidar las democracias en América Latina y en México es necesario poner atención en la salud de los procesos electorales, así como en la autonomía, credibilidad y la calidad profesional de los organismos electorales. Combatir la polarización desde tres ámbitos: el primero, la recuperación de los espacios seguros de diálogo político e intersectorial; el segundo, el trabajar en la reconstrucción de la confianza interpersonal porque no es posible que haya avance de una nueva generación de reformas democráticas si como sociedad no sabemos convivir; y, tercero, tratar de identificar cómo construir, desde la aceptación de las diferencias, mejores maneras de avanzar en agendas compartidas en materia de democracia y desarrollo en virtud de sostener lo que ya existe.

En forma individual no se puede todo para enfrentar los problemas de la democracia; sin embargo, en forma colegiada se podrá atemperar algunos de ellos, empero hemos visto también cómo en muchos países se han multiplicado los ataques a los entes electorales y se han orquestado verdaderas campañas de desprestigio (México no es la excepción) que han comprometido la credibilidad de las autoridades electorales y de las elecciones mismas como mecanismo para nombrar autoridades de gobierno.

Sabemos que no basta con tener elecciones para contar con una democracia de calidad, pero éstas sí son un mecanismo indispensable para cuidar la voluntad ciudadana en mandatos de representación. El Instituto Nacional Electoral ahora, antes IFE, y sus 32 Juntas Locales más 300 Juntas distritales conforman una de la más respetada y reconocida autoridad electoral del mundo, y que ha sido capaz de asegurar la integridad y ha defendido siempre el respeto a su autonomía.

Por lo tanto, resulta del mayor interés para cuidar nuestras democracias que pongamos atención en la salud de los procesos electorales y concretamente en la autonomía, credibilidad y la calidad profesional de los organismos electorales. Enfocar en generar estrategias para despolarizar, pues vivimos una época de profunda polarización en muchos países y ella es una mala amiga de la gobernabilidad y es una muy mala amiga de los avances en democracia. Nuestro país por desgracia lo padece.

En tanto que los partidos políticos, todos, deberán ser más receptivos y fortalecer la gobernanza transparente y responsable del sistema democrático del que todavía gozamos y valoramos, no solo los mexicanos sino en Latinoamérica también; de ahí la importancia de que exista el reconocimiento del papel insustituible que juegan autoridades electorales, fuertes, independientes, creíbles, e incuestionables en el resurgimiento del interés ciudadano, en la democracia participativa y con ello preservar la estabilidad política y pacífica en bien de la ciudadanía.

Recordar los casos como el de Nicaragua y de Venezuela, todos hemos sido testigos de cómo se ha dinamitado la democracia por medio de la desnaturalización de las autoridades y los procesos electorales; hoy, más que nunca, debemos asegurarnos de que estos intentos fracasen y renovar el compromiso a recuperar la potencialidad del uso de la democracia frente a un electorado cada vez más exigente y explorador, debiendo proteger la integridad de las autoridades electorales que son la piedra angular del edificio democrático, e impulsar a la ciudadanía a ser partícipe de los procesos electorales.

Debe aquilatarse lo que a más de tres décadas se ha forjado con la participación de gente de bien y que ha aportado para crear y sostener las instituciones todas y entre ellas las electorales; no permitamos ni discursos ni intenciones y menos acciones que pretendan erosionar los cimientos en las que se sostiene el principio de paz en México. Atentos con la propuesta de reforma electoral.

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