Opinión Política
OPINIÓN

Recuperar la política

Por Juan Carlos Hernández Ascencio

Mtro. en Gestión Social y Políticas Públicas.

@juancarleis2020

La política es una realidad, no una invención; es intrínseca a los individuos. Estamos inmersos en gobiernos que hacen y ejercen las políticas públicas; cada episodio del día a día está llevada a cabo por la política. Así, la actividad de ésta es el espacio que nos permite a todos darnos cuenta de qué es lo que queremos en común, en un propósito asertivo para poder convivir, negociar las diferencias, y al parecer esto está bajo amenaza. La historia de la humanidad nos ha enseñado que cuando se abandona la idea y construcción del dialogo, se pierde mucho.

Encontrar estrategias para la recuperación de la política no será cosa sencilla, se complica porque quizá la política tiene relaciones complejas con la verdad, la bonanza, la ética; porque hay valores diferentes al otro. Los elementos de una ideología resultan seductores, persuasivos con los otros. Entonces debe haber un lenguaje común que se hable de asuntos incontrovertibles que deben defenderse a toda costa, aun con visiones distintas. Quizá haya una acentuación amenazante a la política como la falsedad, invenciones no verídicas, entonces el valor como una virtud crucial para el espacio democrático debe imperar.

La verdad es una plataforma, pero no es un espacio que cierra las conversaciones; antes bien, debe ser un espacio de discusión, converger en el dialogo pues a veces éste se muestra con incapacidad para resolver la cuestión política. El dialogo tiene enormes dificultades porque se encara la idea contraria con tanto desprecio, el cerrar los ojos ante la opinión discrepante y además trata de acabar con el que piensa distinto.

El que está del otro lado no es que esté equivocado, no es perverso, es simplemente otra ideología la que muestra, pero hay quienes no toleran la diferencia, se cierran así al diálogo constructivo, a la propuesta, a las acciones para recuperar la política, por lo que hay y existe la amenaza de adentrarse a una conversación con otros; por lo que la política no es una guerra, no es una amenaza, no debe existir la división sino la conciliación. Tristemente se ve hoy representado en el mundo con esa visión bélica de la política, y por ello hay una resistencia cívica hacia el dialogo.

Tener la capacidad de escuchar al otro y encontrar la similitud, no ver el individualismo antisocial, pues el individuo debe recuperar el espacio de la afinidad, de asociación en la comunidad lo que une con los otros, así se pueda encontrar la vinculación con los demás y remediar el aislamiento y participar en conjunto a la sociedad, el opinar sabiamente al menos informadamente al tema de la elección y participar, si o si, no solo cada tres años.

También implica la recuperación de la política con el cuidado de las instituciones como entes que dan permanencia y cauce, y dan forma legal a la política, cuidan la justicia, la neutralidad y la legalidad del juego político a través de esas instituciones electorales.

El régimen democrático debe ser sólido, que provea un horizonte largo, permanente y autónomo de gobiernos unos y otros; el tiempo de practicar la democracia es hoy, pues es y ha sido valioso la inversión de estabilidad política que se ha hecho hace más de 32 años; encontrar las dificultades a la pluralidad y superar todo faltante que podría haber y así se puedan hacer a todos responsables del sentido común, de la praxis democrática, así esta tarea implica gran envergadura y complicidad de los buenos ciudadanos, éstos que México tiene.

No frecuentar y tampoco el tolerar comportamientos en el abandono, en el totalitarismo, mentiras, posverdades, dictaduras; no somos seres aislados, debemos recuperar la política para el bien y la generación de paz social, no es un lujo es una urgencia. Actuar concertadamente entre todos: estudiantes, amas de casa, obreros, campesinos, profesionistas, maestros, ejecutivos, etc., todos, buscar un consenso y ser políticos de bien y para bien, defender los principios y valores con una base mínima para poder actuar. ¡Hágale pues!

 

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