NOTA DEL EDITOR
Por Julio César Hernández
@jcentresemana
Llegué a laborar al periódico Ocho Columnas el 3 de marzo de 1985, exactamente el día que la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG) cumplía y celebraba el cincuentenario de su fundación, razón por la que la primera orden de trabajo que me encomendó el entonces jefe de Información, Arturo Deustúa, fue “cubrir” un evento de la Escuela de Enfermería que tenía lugar en el hotel “Malibú”.
En agosto de ese año ingresé a la escuela de Ciencias de la Comunicación “Gral. José García Valseca”, donde tuve que iniciar desde el primer semestre, no obstante que había cursado ya tres semestres de periodismo en la Universidad del Bajío, en León, Guanajuato, pero por razones de lo tardado que era que la UNAM nos revalidara las materias ya cursadas, el consejo que recibí de los directivos universitarios era “iniciar desde el principio”.
Los cuatro años de la carrera los realicé en un ir y venir entre los pasillos y aulas de la escuela y el área de redacción, y en ocasiones el taller de impresión, del diario donde laboré por 25 años, de los cuales durante 22 años fungí como Jefe de Información. Concluí mis estudios en 1989 y dejé el diario donde me formé como periodista el último día de septiembre de 2010, y diez meses después, lamentablemente, el matutino dejó de imprimirse.
Durante mi etapa como estudiante universitario me tocó disfrutar del esplendor de la UAG bajo el rectorado del Dr, Luis Garibay Gutierrez y la vicerrectoría del Lic. Antonio Leaño Álvarez del Castillo, con quienes mantuve contacto cuando periodísticamente “cubría” importantes y trascendentales eventos nacionales e internacionales de educación superior, de los que la UAG era anfitrión. Lo mismo en Ciudad Universitaria que en diferentes sedes como los amplios salones de eventos y conferencias de los hoteles “Real de Chapala” o “Danza del Sol”, en Ajijic. O en los salones de la Cámara de Comercio o de la ya desaparecida sede del Club de Industriales en Francisco Javier Gamboa y Morelos.
Fueron muchos los acontecimientos vividos como universitario, como periodista y como esposo y padre de una familia egresada también de la Universidad Autónoma de Guadalajara, una institución que se forjó contra la adversidad de aquellos tiempos callistas de los años treinta y que hoy, precisamente lunes 3 de marzo de 2025, cumple y celebra sus 90 años de fundada, colocándose en la antesala del centenario.
Pero a lo largo de estas nueve décadas, la UAG ha sabido vivir su momento, ha caminado de la mano del desarrollo del país y en el marco del avance del mundo en las diversas áreas de la educación superior, significándose siempre por ser reconocida como una de las mejores universidades del país y del continente, forjadora de decenas de generaciones de profesionistas no sólo de México sino del extranjero. No se diga de cientos de mexicanos que se formaron en sus aulas provenientes de diversos estados del país.
La Universidad Autónoma de Guadalajara fue la primera universidad privada en México, con una historia como ninguna, resultado de la lucha de una camada de jóvenes idealistas que apostaron por la libertad de cátedra y la autonomía universitaria, que fueron, han sido y siguen siendo sus dos principales pilares en los que soporta su calidad educativa.
“El milagro cultural de América”, llamó José Vasconcelos a la UAG. Y ese “milagro” hecho realidad hoy nuevamente está de fiesta. Noventa años se dicen y se cuenta muy fácil, pero detrás de cada uno y de todos ellos está la huella que han dejado decenas de catedráticos que como egresados recordamos con agradecimiento infinito.