Opinión Política
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Jugar con Fuego

Por Alfonso Gómez Godínez

@ponchogomezg

La reciente decisión de la Reserva Federal de Estados Unidos de mantener sin cambio la tasa de interés provocó una apreciación del peso, apreciación que adicionalmente se ha visto favorecida por los crecientes montos de ingresos de remesas que se han registrado en las últimas semanas.

Lo anterior viene a manifestar la complejidad que significa la globalización económica en donde los gobiernos y autoridades nacionales pierden cada vez más su capacidad soberana para determinar sus propios objetivos macroeconómicos.

Para algunos, la apreciación de nuestra moneda les resulta favorable. Hablamos de los importadores tanto de bienes terminados como de bienes intermedios, ya que baja el costo de su adquisición medidos en precios relativos. Los perdedores serán los productores instalados en el país, ya que perderán competitividad y afectarán negativamente sus ventas. Otros perdedores serán los exportadores mexicanos, ya que la fortaleza del peso aumenta el precio de sus productos con relación al dólar. En síntesis, la apreciación del peso afecta a la economía real del país, a los productores nacionales que serán marginados por las ventajas de la importación.

Otros ganadores son los responsables de la política inflacionaria, ya que la apreciación del peso favorece la contención de los precios líderes de la economía nacional y se generan expectativas que favorecen la estabilidad de los precios y por lo tanto el cumplimiento de la meta establecida en materia de inflación.

Otros ganadores son los miembros del grupo gobernante que venden la fortaleza de la moneda nacional como un logro excepcional de su mandato, se comparan con otros gobiernos donde se registraron fuertes depreciaciones, influyen en el imaginario social sobre su capacidad para alcanzar un peso fuerte a pesar de deberse fundamentalmente a factores externos. El resultado se traduce en popularidad y apoyo social.

Es tan poderosa y sugestiva la narrativa política de una moneda fuerte, que en Argentina el presidente Carlos Saúl Menem alcanzó tan altos niveles de popularidad cuando estableció su gobierno la “Caja de Convertibilidad”, que permitió poner al peso argentino uno a uno con el dólar. Esa popularidad le permitió alcanzar la reelección.

En México, el sistema de la “banda de flotación” instrumentada en la administración de Carlos Salinas mantuvo una paridad que flotaba alrededor de poco más de tres pesos por dólar. Para el año de 1992, el presidente Salinas gozaba de altísimos niveles de aceptación y popularidad, la Constitución impedía su reelección y a fines de 1994 la historia cambió radicalmente.

En Economía no existe nada gratis. Cada decisión que se toma, cada escenario económico que se presenta tiene sus claroscuros, su lado positivo y negativo, sus ganadores y perdedores.

La “Caja de Convertibilidad” y la “Franja de Flotación” que permitieron una fortaleza temporal del peso argentino y del peso mexicano fueron bombas de tiempo que al final explotaron y causaron profundas crisis económicas en ambos países.

La lección es que con el tipo de cambio no se juega. El tipo de cambio es un poderoso instrumento de la política económica que puede favorecer el logro de metas económicas de gran impacto para el bienestar de la sociedad. Sin embargo, perderse en los discursos políticos, tratar de obtener popularidad en virtud de una determinada y temporal fortaleza de la moneda nacional, donde en dicha situación influyen factores fuera del control de las autoridades nacionales, debe llamar a los políticos a ser prudentes y no jugar con fuego.

 

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