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Alfaro frente al espejo

Nota del Editor

Por Julio César Hernández

@jcentresemana

Con la presentación de su quinto informe de gobierno, Enrique Alfaro Ramírez entra a la recta final de su administración al frente del Ejecutivo de Jalisco, y lo hace en un ambiente electoral muy controvertido en el que el partido que representa -pero en el que no milita-, Movimiento Ciudadano ha puesto su parte, primero negándose a formar parte del bloque opositor que conforman PAN, PRI y PRD, y posteriormente con la controversia que suscitó con el dirigente nacional Dante Delgado Rannauro que se convirtió en noticia nacional.

El balance y la calificación sobre estos cinco años de gobierno lo harán en su momento los propios jaliscienses, pero el gobernador tendrá que hacer una reflexión de lo que realizó en este que dijo era su máximo sueño como político: gobernar su estado natal. Enrique Alfaro tendrá que verse en el espejo y confesarse con toda sinceridad si, efectivamente, cumplió con las expectativas que generó al asumir la gubernatura.

Sin duda su forma de irrumpir en la política estatal, que tuvo alcances nacionales, no es muy común en nuestro país, aunque cada vez se dan casos más sorprendentes de perfiles que quizás nunca imaginamos que llegarían a gobernar, como es el caso del mandatario también emecista de Nuevo León, Samuel García Sepúlveda. O de la gobernadora morenista de Campeche, Layda Sansores. Y qué decir del exfutbolista Cuauthémoc Blanco, mandatario de Morelos. Sin embargo, en aras de la verdad no podemos comparar estos tres ejemplos con una figura como la de Alfaro Ramírez, un “animal” político de formación priísta, pero de actuación pragmática.

La experiencia, capacidad y habilidad política de Enrique Alfaro no podemos querer encontrarla en García, Sansores o Blanco. Nunca la encontraremos en ninguno de los tres. El Mandatario jalisciense se “pinta solo”. Y ahora está a prueba con el proceso electoral que enfrentará en el 2024, pues como político que es sabe que para redondear exitosamente un sexenio no sólo debe de recibir el aval de sus gobernados sino, incluso, dejar como su sucesor a quien fue postulado por Movimiento Ciudadano para relevarlo en el cargo.

Entregarle el gobierno a un candidato de oposición puede ser considerado por la ciudadanía como un fracaso.

Y ese es el gran reto que tiene hoy Alfaro Ramírez. Como jefe político de Movimiento Ciudadano en Jalisco debe lograr que la gubernatura, la mayoría en el Congreso del Estado y en los gobiernos municipales, quede en manos de Movimiento Ciudadano. De no ser así, se podrá decir que él no estaba en la boleta electoral, que él no era candidato, y muchas justificaciones más. Pero la verdad es que si MC no logra la victoria electoral en el 2024, en automático se considerará una reprobación para el gobierno alfarista. La ciudadanía aprueba al gobierno en turno, llevando a la victoria al partido de ese gobernante; cosa contraria, significa que el gobierno saliente no fue aprobado por los votantes, dígase lo que se diga.

¿Logrará Enrique Alfaro llevar a la victoria y dejar en manos de Movimiento Ciudadano otra vez el gobierno del Estado? ¿Logrará entregarle a su sucesor una mayoría legislativa? ¿Podrá ser factor para que ganen nuevamente la mayoría de las alcaldías metropolitanas y la de los municipios más importantes del estado, después de éstas?

La semana antepasada, cuando se dio el “destape” de Jesús Pablo Lemus Navarro como precandidato a sucederlo, Alfaro Ramírez anunció que concluía su participación en la política electoral y que entregaba la estafeta a un nuevo grupo que habrá de construir el proyecto de gobierno. ¿Qué significa que concluyó su participación en la “política electoral”? ¿Qué se “lava las manos” del resultado que MC obtenga en las urnas, ya sea de triunfo o, particularmente, de derrota?

No tardaremos mucho en conocer la respuesta.

 

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