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Administrar las Desgracias no son Opción

Por Carlos E. Martínez Gutiérrez

Consultor en Desarrollo Urbano y Vivienda

@carlosemgtz

Pareciera que la población, y menos las autoridades de nuestro país, se han enterado de que vivimos en un territorio con alto grado de vulnerabilidad ante los fenómenos naturales. Contamos con aproximadamente 11,000 km de litorales en 17 estados, equivalente al 53% de nuestro territorio, pero como si fuera poco en 25 estados que representan el 80% del territorio nacional tienen riesgos sísmicos de intensidad intermedia a mayor.

La falta de conocimiento del territorio, así como de conciencia de los riesgos a que estamos sujetos, trae como consecuencia que ante fenómenos naturales típicos o extraordinarios las autoridades normalmente se vean rebasadas de forma absurda por la falta de políticas públicas de prevención de riesgos ante cualquier eventualidad, pero lo más grave es que las soluciones de fondo difícilmente se realizan.

Las administraciones municipales responsables del ordenamiento del territorio, basados en los planes de desarrollo urbano, autorizan construcciones tanto de urbanización como de edificaciones con la lógica del control de usos del suelo, pero difícilmente establecen políticas públicas y estrategias para reconvertir zonas de la ciudad que brinde seguridad a sus pobladores.

Por eso no es de extrañarse que ante fenómenos naturales extraordinarios los daños a la población de sus bienes materiales son mayúsculos, pero lo más grave son las tragedias por la pérdida de vidas.

Reconvertir las ciudades, dar seguridad, reubicar a la población, recuperar cauces de ríos, desocupar laderas, zonas bajas o zonas de suelos inestables son acciones que difícilmente los gobiernos hoy en día lo tienen considerado, el pretexto favorito es la falta de recursos económicos, pero la realidad es que las administraciones públicas se han convertido en mediáticas y no emprenden ninguna acción que rebase su periodo administrativo.

Lejos estamos para que las soluciones de reconvertir las ciudades a mediano y largo plazo se realice; a los gobiernos les interesan soluciones y obras de cortísimo plazo para que sea rentable electoralmente. Desgraciadamente se ha impuesto el poder político sobre la lógica de soluciones técnicas que brinden seguridad y calidad de vida a las personas.

El problema es que ante la falta de estrategias, omisiones o indiferencia pone en riesgo a la población y la posibilidad de pérdida de vidas se acrecientan, es urgente que se planteen proyectos, planes y acciones para mitigar los riesgos de gran parte de las poblaciones asentadas en zonas de riesgos que son las más vulnerables ante cualquier fenómeno natural; los daños colaterales o administrar las desgracias no son opción.

Reconvertir la ciudad para dar seguridad a la población no es tarea de un día al otro, se requiere proyectos específicos, políticas públicas, gestión, recursos económicos y acciones de corto, mediano y largo plazo involucrando a los diferentes niveles de gobierno, los técnicos y la población, solo así el Estado podrá cumplir una de sus funciones básicas que es brindar seguridad a la población.

 

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