DECIDIR GANAR
Por Ismael Zamora Tovar
Doctor en Educación
El informe “Deciding to Win”, escrito para el Partido Demócrata de Estados Unidos, ofrece un diagnóstico brutalmente honesto sobre por qué se pierde: enfocarse en las élites y olvidar la economía de la gente. Sus cinco recomendaciones son un manual de supervivencia para los partidos de oposición en México. El documento Deciding to Win (Decidir Ganar) es un proyecto de análisis político estadounidense que se ha convertido en una llamada de atención para el Partido Demócrata. Su tesis central es simple y dolorosa: el partido ha sido cooptado por élites altamente educadas, donantes y grupos de activismo que han desviado la agenda de las preocupaciones económicas de la clase trabajadora hacia temas de identidad y culturales que, aunque importantes, no son la principal prioridad electoral.
Esta crítica resuena fuertemente con la situación actual de los partidos de oposición en México. En ambos casos, el problema no es sólo la falta de votos, sino la desconexión profunda y la percepción de que la oposición defiende los intereses de una minoría privilegiada.
A la luz del escenario político mexicano de finales de 2025, las recomendaciones del informe Deciding to Win adquieren una pertinencia renovada. El país atraviesa un proceso de reformas profundas, particularmente en el ámbito judicial y constitucional, que reconfiguran las reglas del poder y limitan los contrapesos institucionales tradicionales. En este contexto, la oposición no sólo enfrenta el reto de reconectar con la ciudadanía, sino también de adaptarse a un entorno político cada vez más centralizado, donde los márgenes para la crítica y la acción institucional se estrechan. La respuesta estratégica no puede ser la nostalgia del viejo orden, sino la construcción de una narrativa de futuro que combine estabilidad democrática, justicia social y prosperidad económica tangible para las mayorías.
El informe propone cinco cambios estratégicos que, aplicados al contexto mexicano, se convierten en un plan de acción para recuperar la confianza del electorado: La principal lección es que la derrota electoral se produce cuando los partidos (como los Demócratas en EE.UU. o la oposición mexicana) pierden el foco en los salarios, los precios y el crecimiento. En el contexto de México, esto se traduce en la necesidad urgente de que la oposición abandone el énfasis casi exclusivo en los temas de corrupción y desmantelamiento institucional, ya que estos sólo resuenan con las élites; en su lugar, deben enfrentar la narrativa exitosa del oficialismo sobre el apoyo directo al bolsillo (programas sociales y salarios mínimos) proponiendo soluciones tangibles y centradas en la gente para reducir el costo de vida (servicios, alimentos y vivienda) y mejorar el ingreso familiar.
La segunda lección se relaciona con el principio de evitar políticas con baja aceptación popular el cual aconseja a la oposición ser quirúrgica con sus propuestas, adoptando aquellas que son populares, como la justicia fiscal e impulsar la mejora del bienestar social mientras se distancia de las impopulares. Para ser relevante en México, la oposición no debe ser percibida como defensora de intereses corporativos ni de posturas que puedan interpretarse como un regreso al neoliberalismo o el abandono de los programas sociales vigentes, ya que esto le resta el apoyo de la base popular.
Asimismo, la reorientación presupuestaria anunciada por el nuevo gobierno, menos recursos para seguridad y más para infraestructura y energía, evidencia la urgencia de que la oposición articule un discurso económico creíble, que vincule el desarrollo nacional con el bienestar cotidiano. En un momento donde los temas de seguridad, corrupción y Estado de derecho se entrelazan con la desigualdad y el costo de vida, la oposición necesita demostrar que su visión de país no se limita a denunciar los excesos del poder, sino a ofrecer soluciones concretas que respondan al bolsillo y la seguridad de las familias mexicanas. Sólo así podrá decidir ganar en el sentido más profundo: recuperar la confianza popular y disputar el futuro desde una agenda de mayoría.
En tercer lugar, es relevante la alineación a las prioridades, lo que implica que la oposición ponga énfasis en los problemas que la clase trabajadora mexicana considera como sus máximas necesidades, como la seguridad pública, el costo de vida y el acceso a la salud, los temas que los votantes perciben como ignorados. Cuando la oposición prioriza el debate cultural o la defensa de nichos sin vincularlos a la economía popular, refuerza la imagen de estar desconectada. Es vital que el mensaje de la oposición hable en el lenguaje de las necesidades básicas.
Una cuarta lección se refiere a la moderación estratégica en temas divisivos como la inmigración y la seguridad, no puede permitirse el lujo de la pureza ideológica si busca construir una mayoría electoral. En México, esto exige ser valiente para romper con las ortodoxias internas de progresistas y/o conservadoras para encontrar un punto medio que atraiga a los votantes no militantes, particularmente en asuntos donde el partido en el gobierno ya ha establecido una narrativa dominante.
Finalmente, es relevante criticar a las élites, incluyendo las propias; para tal efecto es necesario que la oposición realice una crítica contundente contra el status quo de las corporaciones y lobbies, en lugar de ser percibida como defensora de sus intereses. Dada la exitosa estrategia del partido en el gobierno en México de construir su legitimidad atacando a la «mafia del poder», la oposición sólo puede competir si demuestra que su lucha es genuinamente contra las injusticias sistémicas y no por el restablecimiento de sus propios privilegios, lo cual exige una plataforma y una retórica que critique activamente la excesiva influencia económica y política, distanciándose de la imagen de ser meros defensores del grupo de poder.

Decidir Ganar no es una invitación a la tibieza; es un llamado a la disciplina estratégica. La oposición mexicana tiene un imperativo moral y político de ofrecer una alternativa viable al electorado. Para lograrlo, debe dejar de lado el resentimiento y el enfoque en las élites, y en su lugar, abrazar una agenda popular, económica y moderada.
El énfasis debe estar en el mensaje y la plataforma, no en la estructura de la coalición política. Como decía Nancy Pelosi, citada en el informe: «Ganar una elección es una decisión. Tomas la decisión de ganar, y luego tomas cada decisión a favor de ganar».



