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A punto de cambiar las condiciones económicas

REFLEXIONES

Por Gonzalo Leaño Reyes

Presidente Revista Política

Presidente de la Asociación Mexicana de Editores (AME).

Miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa.

Dentro de un par de días, el miércoles 2 de abril para ser exactos, vence el segundo plazo que dio el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, para aplicar los nuevos aranceles al acero y aluminio que México y Canadá exportan a su país. El primer plazo, que el propio mandatario aceptó posponer, fue al inicio del mes de marzo.

Sin embargo, desde el miércoles pasado Trump firmó la orden que impone un arancel del 25 por ciento a la importación de autos fabricados afuera de las fronteras de los Estados Unidos. Esta medida, sin embargo, no afectaría a los autos fabricados en México bajo las reglas del T-MEC.

En nuestro país se fabrican a gran escala vehículos GMC, Ford y Stellantis, pero las partes con que se arman vienen de muy diversas partes del mundo.

No es fácil entender a plenitud qué ocurre ni qué ocurrirá en el comercio recíproco entre los tres países de América del Norte, pero sí queda claro que la presidenta Claudia Sheinbaum y el secretario de Economía, Marcelo Ebrard, siguen trabajando con funcionarios del gobierno de Estados Unidos para aclarar y definir el futuro comercial entre Estados Unidos y México.

Tal parece que Canadá también está negociando por su cuenta luego de que Mark Carney asumió como nuevo primer ministro en sustitución de Justin Trudeau.

En el caso de México, la nueva relación con Trump no se ha limitado al tema comercial. Por el contrario, el asunto del fentanilo ha estado muy presente y ya se han realizado acciones al respecto.

No sabemos qué puede resultar de las posiciones adoptadas por Donald Trump, de los esfuerzos mexicanos realizados en los últimos meses y de la posición canadiense, que por cierto parece ser menos beligerante a la que tenía Trudeau, pero sí esperamos que los acuerdos que tomen los mandatarios de las tres naciones refuercen el libre comercio, el cual después de más de treinta años de vigencia, ha cambiado la cara de un México que entonces tenía serios problemas por su enorme dependencia del petróleo.

Canadá, Estados Unidos y México integran un mercado común de más de 500 millones de habitantes, tienen gobiernos democráticos, poseen enormes recursos naturales y litorales en el Atlántico y el Pacífico, además de estar geográficamente unidos. Sería una inconsecuencia renunciar a ello, sobre todo porque en los tres países se viven, afortunadamente, tiempos de paz.

Vamos a ver qué resuelven los gobiernos de estos tres países en los próximos días. Esperamos que haya buenas noticias.

 

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