Opinión Política
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Primer debate presidencial en Estados Unidos

Por José Antonio Elvira de la Torre

Prof. del Departamento de Estudios Políticos del CUCSH de la UdeG

El pasado jueves 27 de junio se llevó a cabo el primer debate por la presidencia de los Estados Unidos de Norteamérica entre Joe Biden, actual presidente y nuevamente candidato del Partido Demócrata (aunque la nominación formal de ese partido se realizará hasta el mes de agosto en su Convención nacional) para competir por un segundo mandato, y el expresidente Donald Trump del Partido Republicano (que también tiene pendiente su nominación formal), que busca regresar a la Casa Blanca.

Durante las últimas semanas se ha discutido mucho más sobre la edad de los contendientes y sus capacidades físicas para afrontar la enorme responsabilidad del cargo que sobre las principales cuestiones y problemas públicos que la nación norteamericana enfrenta, sobre todo del presidente Biden. Por ello el debate era considerado como una magnífica oportunidad para la campaña demócrata de centrarse en los temas trascendentes.

No obstante, las reacciones luego del debate, no sólo de algunos comentaristas y analistas, sino también de medios de comunicación y actores políticos, han intensificado los cuestionamientos respecto de las posibles dificultades que tendrá el actual mandatario no sólo para enfrentar en campaña a su adversario político, sino en el escenario de ganar de nueva cuenta la elección, desempeñar el cargo.

Si bien ambos candidatos tienen una edad considerable, uno con 81 años y el otro con 78, las dudas y críticas se han cargado más del lado del actual presidente, siendo uno de los componentes principales de la estrategia del candidato republicano y su cuarto de guerra para atacar a su oponente. De tal suerte, en el debate era de suma importancia que el desempeño del candidato demócrata fuera lo suficientemente consistente y sólido para desarticular la narrativa de que no está en condiciones de ejercer un segundo período. Además, una de las ventajas del presidente Biden es justamente el desempeño y resultados de la gestión que encabeza, por lo que era primordial para su estrategia que el debate y la atención se centraran en discutir temas importantes como la economía, la migración, la política internacional, el compromiso con la democracia, la gestión medioambiental y otros más.

El problema fue que el candidato demócrata no logró llevar la discusión de manera consistente a esos terrenos, permitiendo incluso que el candidato republicano evadiera hablar de ciertos temas y lanzara ataques, recurriendo, si fuera necesario, a afirmaciones sin sustento o a información no fidedigna.

Los medios de comunicación, que a diferencia del modelo que tenemos en nuestro país en el que la autoridad electoral es quien organiza y coordina los debates ente aspirantes a la presidencia, juegan un papel central tanto en la realización de los debates como en el cuestionamiento a los candidatos y la verificación de la veracidad o falsedad de sus argumentos, detectó e hizo públicas algunas de las informaciones imprecisas o afirmaciones falsas que el aspirante republicano planteó en sus intervenciones. Como ejemplo, muy al estilo del expresidente, habló del mayor déficit fiscal en la historia durante la actual administración, cuando en realidad fue durante su gestión cuando ocurrió. No obstante, en los estudios de opinión realizados luego del debate, claramente hubo una mayoría de personas que consideran ganador del debate al republicano y perdedor al demócrata.

La oportunidad de Biden para entablar una discusión frontal sobre las posiciones de ambos contendientes en temas importantes para la ciudadanía, como el desempeño de la economía norteamericana, la política de Estado sobre la migración y cooperación económica con países de América latina, la política exterior de los Estados Unidos respecto de lo conflictos bélicos en Ucrania y Gaza, la cooperación internacional en temas ambientales, e incluso sobre el proceso judicial que se sigue contra el exmandatario.

Por su parte, las ventanas de oportunidad para Trump estaban en la discusión sobre el endurecimiento de políticas de migración y hasta cierre de fronteras y sobre el aborto, temas extremadamente sensibles para el electorado norteamericano y en donde hay claramente posiciones muy encontradas. Ambos contendientes aprovecharon estos temas para cuestionar a su adversario y presentar a la ciudadanía su posición al respecto, pero ninguno fue decisivo.

Es tal la percepción de oportunidad perdida para el actual presidente, que incluso en algunos círculos demócratas (como reportó la cadena CNN) y en medios de comunicación influyentes (como el New York Times), ya se habla de considerar la posibilidad de que deje la nominación demócrata y se considere a otras personas. La razón no es que dejen de reconocer los logros de la gestión de Biden, sino, principalmente, porque consideran muy alto el riesgo de que Trump pueda ganar la elección.

No hay en este momento evidencias que permitan pensar que será un proceso sencillo. Aunque parezca un exceso pensar en el retiro de la candidatura de Biden, son tiempos en los que todo puede ocurrir. Son escenarios posibles de presenciar porque hemos permitido que las democracias sean debilitadas por actores que actúan con irresponsabilidad y sin ética.

 

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