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El libro como amuleto

Por Carlos A. Lara

Dr. en Derecho de la Cultura y Analista de la Comunicación y la Cultura

@Reprocultura

Es verdad que las declaraciones de la Dra. Müller en torno al cándido poder pacificador del libro y la lectura fueron hechas el año pasado en Sinaloa. Sin embargo, es lo menos importante; lo que en verdad asombra y preocupa es esa aniñada y pobre visión en torno a la inseguridad que han generado. Hace dos años, en la ciudad de Mocorito, Sonora, comenzaron diciéndonos que había una estrategia nacional de lectura de la que sólo se recuerda la expresión de Paco Ignacio Taibo, esa de “Voy a echar una firma”. Fue su manera de decir que iba a mear para después desaparecer del evento.

Más tarde, nos dijeron a través de Marx Arriaga, el recomendado de la Dra. Müller, que la lectura era un acto personalista, capitalista y burgués. Ahora nos dicen que es el mejor amuleto para combatir el delito, más aún que la gasolina que deben tener las aeronaves que intentan llevar abrazos a la delincuencia organizada.

Sí. Al igual que la estampita del detente con la que su esposo intentó hacer frente al Covid, la Dra. Gutiérrez Müller concibe el libro como una suerte de estrategia contra la inseguridad que no han sabido controlar ni combatir. Esta forma de ver el libro, además de provocar risa e indignación, genera también coraje y preocupación. Una profunda preocupación, pues no solo ha fracasado la estrategia de seguridad sino que no tienen una estrategia nacional de lectura, carecen de un entendimiento de la industria del libro, prueba de ello es el fracaso reciente de su Ley de Bibliotecas, uno más en la ristra de fiascos del recomendado Marx Arriaga, cuya resentida y acomplejada visión lo tienen entretenido en otro fracaso anunciado: el de los contenidos del libro de texto gratuito.

A esta penosa lista de desaciertos se suma la corta visión del titular del Fondo de Cultura Económica, quien considera que la gratuidad es fundamental para elevar los índices de lectura, cuando el precio es lo que menos figura en los estudios sobre hábito lector.

La aniñada idea de ver el libro como amuleto, se enmarca en la ocurrencia presidencial de los abrazos que ha llevado al país al fracaso en el combate a la delincuencia.

Los integrantes de la era geológica denominada 4T, viven en un país muy distinto al que intentan dirigir. Y es que están convencidos de que la solución a la alarmante y fracasada política de combate a la delincuencia consiste en pactar con la delincuencia y utilizar el libro como amuleto. Obsequiarlos como un acto de amor a los delincuentes diciendo: “lee, lee, para que no ataques a nadie y dejes de hacer travesuras”.

Estoy seguro de que para el resto de la población, la solución comienza, entre otras acciones, por la obligación de dotar de gasolina a las aeronaves que intentan llevar abrazos a los delincuentes.

México está lejos de tener una política cultural en materia de promoción del libro y la lectura. En parte porque quienes hoy gobiernan se dedicaron a hacer de estos dos elementos instrumentos de consolidación ideológica. Quédense con sus amuletos y estampitas.

 

 

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